1. Mi madre en Italia


    Fecha: 22/12/2021, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... En el ascensor se encontró con Luca, que regresaba de trabajar. Se dieron un abrazo breve y siguieron su camino.
    
    …
    
    Una hora más tarde, su estómago comenzó a rugir cada vez más fuerte. Poco después, empezó a sudar. Avisó a su supervisor y cruzó corriendo el pasillo en dirección a los servicios. Allí estuvo cerca de media hora, dejando salir todo aquello que le hacía tanto mal.
    
    Regresó a la recepción con pinta de zombie. Estaba pálido como un folio, tenía los ojos rojos, los labios secos y el pelo bañado en sudor. El supervisor, al verle, no dudó en mandarle de vuelta a casa. Al fin y al cabo, apenas había gente y no merecía la pena tenerle allí agonizando.
    
    Roberto, sin cambiarse de ropa siquiera, se enfundó la mochila y cogió el bus de las once y cuarenta. Envió un mensaje a su madre, diciéndole que volvía, que no se encontraba bien. “Vale hijo, ven con cuiidado”, le respondió ella. Las calles estaban vacías. El silencio era sepulcral. Era el único que viajaba en aquel autobús. El trayecto de veinte minutos se convirtió en uno de ocho minutos.
    
    Al bajarse en la parada, justo frente a su apartamento, recordó que había una fiesta. Y lo hizo porque pudo ver a dos chicas muy guapas fumando y hablando con otros dos hombres a pocos metros de su portal. Hablaban muy alto y se reían de modo escandaloso. Ni le vieron.
    
    Se peleó con la mochila hasta que encontró las llaves y abrió el portal. Llamó al ascensor y subió hasta la tercera planta.
    
    Eran las doce menos ...
    ... diez. Abrió la puerta con todo el tacto posible para no hacer ningún ruido. Las luces estaban encendidas y escuchó voces alegres saliendo del salón. Entró. Dejó la mochila en una esquina y entró en el salón. Allí estaban Nicola, Luca, dos amigas de Luca, una compañera de trabajo de Nicola y su madre. Todos se reían mientras jugaban a las cartas. Había una botella de ron vacía sobre la mesa y todos tenían sus vasos llenos. Roberto les saludó débilmente.
    
    Virginia, al verle, se levantó rápido para darle un beso y un abrazo. Estaba bastante contenta y tenía las mejillas enrojecidas. El estómago le volvió a rugir con fiereza y se fue directo al baño. Cuando salió, se encontró la cama preparada y un vaso de leche caliente sobre la mesilla de noche. Virginia salió a su encuentro, le dio una pastilla para el estómago y las buenas noches.
    
    Habrá sido ese sandwich que te sentó mal. Le ha pasado a más de uno hoy. Menos mal que yo sólo he comido patatillas. - Susurró su madre al oído. Roberto temblaba.
    
    Virginia le tapó con una manta. “Descansa, hijo, mañana estarás bien”. Le regaló un tierno beso en la frente y salió de la habitación cerrando la puerta a su paso.
    
    Roberto no tardó en quedarse dormido. Se despertó apenas dos horas más tarde con la boca seca y el estómago mucho más calmado. Se extrañó al ver que su madre todavía no había vuelto a dormir a su colchón. Miró el reloj. Eran las dos y diez. Se levantó de cama despacio, dolorido y quejumbroso.
    
    Sobre la cómoda había un ...
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