1. Mi madre en Italia


    Fecha: 22/12/2021, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... seis de la mañana.
    
    Un intenso dolor de cabeza le martilleaba al despertar. Algunos rayos de luz entraban ya por la ventana iluminando el salón. El efecto de la pastilla había pasado, dejando tras de sí un reguero de molestias y dolores por todo su cuerpo. Tenía la boca muy seca, el estómago se retorcía hambriento, apenas tenía fuerza en las piernas y el corazón latía agitado. Se puso en pie como pudo, deseando con toda su alma que lo que había visto durante la noche no hubiese sido más que una terrorífica pesadilla. Pero no lo había sido.
    
    Alguien había entrecerrado la puerta del salón y tuvo que acercarse y asomar la cabeza para ver el interior. Había ropa por todas partes. En el sofá dormían Luca y su madre, totalmente desnudos. Ella estaba recostada sobre él. El miembro del italiano era imponente incluso en reposo. Con la luz del sol iluminándoles con sutileza, podía ver como ambos estaban impregnados de semen, habiéndose quedado dormidos justo después de que él se corriese.
    
    A Roberto no le quedaban energías para hacer o decir nada, así que se dio media vuelta con los ojos bañados en lágrimas y el estómago nauseabundo, y volvió a su habitación para tratar de descansar un poco y olvidarlo todo.
    
    El ruido de una aspiradora le sacó de su trance pasadas las doce de la mañana. Su cuerpo parecía haberse recuperado, aunque no así su mente. Salió de su habitación y se encontró a su madre, sonriente, pasando la aspiradora a lo largo del pasillo. Parecía silbar, aunque no ...
    ... podía escucharla. Al ver a su hijo le dedicó un saludo amigable con la mano y siguió a lo suyo como si nada. En su rostro habitaba una alegría, una sonrisa y un brillo que él no había visto antes. Llevaba una falda bastante corta y otro top distinto con escote que le había dejado una de las chicas de la noche anterior.
    
    Pasó por su lado y, sin mediar palabra, salió del piso y se fue a dar un largo paseo por los alrededores mientras buscaba una forma de empezar esa conversación que tanto pánico y náuseas le provocaba. Caminó durante una hora. Envió un mensaje a su madre avisándole de que no iría a comer y se sentó en el banco de una pequeña plaza con la mirada perdida, intentando sin éxito dejar la mente en blanco. Recibió un mensaje de su madre: “Cariño, ¿estás bien? Espero que sí. ¿Sobre qué hora piensas volver? Me gustaría ir a hacer unas compras”.
    
    Enfurecido, cogió aire y respondió sin pensar demasiado. “Todo bien. Volveré sobre las 8 para prepararme e ir a trabajar”.
    
    Tomó un café, caminó a lo largo del río y se perdió durante un rato por un breve sendero próximo a la ciudad. Tras este periodo de reflexión decidió que quizá debía volver a casa. Tal vez su madre hubiera salido a comprar y podría dormir un rato antes de trabajar en el turno de noche. Se subió al primer bus que encontró y llegó a casa sobre las cuatro de la tarde.
    
    Subió las escaleras bastante más calmado. Abrió la puerta y entró. Todo estaba en silencio. Echó un vistazo en el salón y en la sala de ...
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