1. Compartiendo más que piso


    Fecha: 28/12/2021, Categorías: Infidelidad Autor: dlacarne, Fuente: CuentoRelatos

    ... ya que lo dices, ¿de tetas como crees que ando? ¿Te gustan? A ver, suena raro, lo sé, pero es que veo a Mary con esas tetas tan grandes y os escucho pasároslo tan bien que no puedo evitar compararme.
    
    -¡No te compares, mujer! Sois las dos maravillosas. Claro que Mary tiene unas tetas grandísimas y estupendas, pero las tuyas son muy lindas y llaman un montón la atención. Quizás no te des cuenta, pero tienes un cuerpo completísimo muy, muy atractivo.
    
    -Con las cosas que me dices ya tengo para estar contenta un mes. Solo me falta que me coman el coño como se lo has comido a ella. ¿Porque esta noche ha tocado cunnilingus, verdad?
    
    -¡¿Cómo lo sabes?!
    
    -Por los ruidos, de verdad que se escucha todo. Y he vivido varias veces tus comidas de coño, sé cómo responde el cuerpo ante eso.
    
    Jack se reía pero estaba muerto de vergüenza. De manera instintiva le había echado el brazo por el hombro, el puso la mano en mi pierna como respuesta. Dentro de sus calzoncillos pareció moverse una culebra gorda. Su polla morcillona estaba cobrando vida propia. Aquello fue como un reclamo para mí. Sin procesarlo mucho, le agarré el paquete con tacto y le comí la boca sin más preámbulos. Se le notaba cortado, pero accedía a continuar. El contacto con su paquete y su lengua me puso ansiosa
    
    -Te sabe la boca a coño – le dije separando mis labios de su boca con cara lasciva. Se rio y miró para otro lado, avergonzado. La agarré bien la polla sobre el calzoncillo y le mordí el cuello para que ...
    ... entendiera que no era una queja -. ¿No tendrás ganas de más?
    
    Esas palabras le arrancaron la vergüenza y lo despertaron. Me tumbó en el sofá y se lanzó sobre mí, primero comiéndome la boca, después agarrándome las tetas y mordiendo la camiseta, para terminar agachándose en busca de mi coño. Me dio besos aún con el tanga puesto que sirvieron para despertar mis primeros gemidos. Había estado masturbándome hacía un momento y aquello debía de estar empapado ya y de oler como su boca. Metió las manos por debajo para agarrarme el culo con ansias, recordando mis formas. Con una mano, apartó el tanga hacia un un lado y comenzó su trabajo.
    
    En cuanto su boca se posó sobre mi clítoris, perdí la noción del tiempo. ¡Cómo había echado de menos esto, no me lo podía creer! Tenía una lengua aventajada que sabía hacer su trabajo en cada rincón de mi coño. Cada quiebro de su lengua, cada vez que me apretaba la carne, me hacía estremecer. Hubiese seguido así toda la noche. Pero, después de tanto tiempo, quería más. Tenía que aprovechar un momento que no sabía si se volvería a repetir.
    
    Me erguí, acariciando su cara y dándole a entender que quería intercambiar posiciones. Lo besé en la transición y saboreé los sabores de su boca, mezcla del coño de Mary y el mío. Cuando estuvo recostado fui a sacarle la polla de los calzoncillos. Me la encontré rebosante, ya toda por fuera y bien erecta; no tuve más que agarrarla, disfrutar de su grosor en mi mano y metérmela en la boca.
    
    Me sentí una ...
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