1. Van Gogh Alive: The Experience


    Fecha: 24/01/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... encuentra la guarida. Me aparta las piernas y degusta mi esencia salada. Huele, lame y se embelesa con la ambrosía. Mis manos cogen su cabeza y la aproximo hacia mí, buscando su lengua con los movimientos de pelvis. Roberto se aplica en la tarea de devorar la gustosa almeja, a la vez que soba mis turgentes pechos. A continuación, baja la mano por la planicie de mi abdomen, acariciando cada resquicio de mi piel.
    
    Después me incorporo y tumbo a mi amante en la cama, ensamblo mi coño en su boca, y del mismo modo me pongo a la altura de su polla para engullirla, acoplándonos en un perfecto sesenta y nueve. Mis flujos resbalaban directamente en la boca de Roberto, y su miembro desaparece en la mía. Me deleito y me excito cada vez más hasta que abrazo el anhelante momento en el que “iron man” me penetre. Pienso que puedo estar ovulando y le pregunto si tiene condones, pero es evidente que ninguno de los dos veníamos preparados para la batalla. No me queda otra que pedirle que no eyacule dentro.
    
    Cojo su miembro y me lo meto, de tal manera que le muestro mis nalgas mientras salto sobre él, a la vez que contempla mis glúteos en forma de corazón y se aferra a ellos. Noto que le faltan manos para magreármelos. Simultáneamente me dedica las palabras más complacientes que pueda escuchar acerca de mi trasero. Después de un rato saltando encima de él, me doy la vuelta y vuelvo a acoplarme recorriendo su torso con las manos, al mismo tiempo que vuelvo a brincar sobre su ...
    ... polla.
    
    Roberto se incorpora para cambiar la posición y compartir el mágico momento mientras nos besamos. A continuación me acuesto, abro las piernas y vuelve a penetrarme, iniciando un nuevo bombeo, entretanto le presiono su culo, se lo araño con fiereza e incluso le provoco heridas con mis uñas, como si fuese una gata en celo. Ambos movemos nuestra pelvis al compás, y durante unos minutos, el ajetreo pélvico se hace progresivamente más frenético hasta que libero mi orgasmo.
    
    —¡No pares! ¡Sigue! —le ruego cuando mis terminaciones nerviosas confluyen al unísono en mi sexo, dejándome llevar por el placer.
    
    Mi orgasmo no remite, pero Roberto se contiene con la única finalidad de no cortar mi placer, y cuando yo consumo el clímax, él saca la verga de mi coño y eyacula sobre mí dos potentes lechazos en mi cuello y dos más livianos en mi barriga. Después se tumba a mi lado totalmente extenuado.
    
    —Ha sido maravilloso, —señala él.
    
    —Sí, —subrayo yo.
    
    —Déjame que te limpie.
    
    Coge varios clínex y se esmera en limpiarme las salpicaduras. Yo deslizo un dedo por los restos de mi cuerpo y saboreo el líquido.
    
    —¿Te gusta el semen? —me pregunta sorprendido.
    
    —Sí, —digo relamiéndome el dedo pringoso—y tu verga también, —añado.
    
    —¡Joder, Elsa! Como me pones.
    
    Roberto vuelve a tener una erección sin ningún tipo de contacto, y yo me llevo el miembro a la boca realizándole la mejor de las mamadas.
    
    —Vas a hacer que me corra de nuevo, —me dice entre jadeos.
    
    —No. Quiero que me folles ...
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