1. Beatriz y Carlos, casualidades.


    Fecha: 28/01/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sólo paré unos minutos en la floristería que había junto al hotel para comprarle un precioso ramo de rosas rojas, su flor preferida.
    
    VII.- ELLA- fluidos.
    
    Los encuentros con Sara y Alberto se habían intensificado. Así que aprovechando que Carlos estaría esta semana fuera, se presentaron aquella noche de miércoles al jueves en mi casa, con dos botellas de vino y unas fiambreras con comida.
    
    -Sorpresa!!!!!!!!!!!!!!!
    
    -¿Pero qué hacéis aquí?
    
    -Nos apetecía estar contigo –dijo Alberto, quien acercándose a mí rodeó mi cuello con su fuerte brazo, llevando mi cara a la suya y nuestros labios se pegaron.
    
    -Pasad, pero podíais haber avisado que tengo el piso que da asco.
    
    -Peor te lo dejaremos, jajajaj….
    
    -Que no, que ya verás como cuando nos vayamos parecerá que nadie ha pasado por aquí.
    
    -Sí, ya veo yo que venís con el trapo para limpiar el polvo
    
    Todos nos reímos de la ocurrencia, así que improvisamos una deliciosa velada y como siempre el vino ayudó y mucho a ello. No dio tiempo a quitar la mesa, Alberto, sentado entre las dos, nos comía con ansia, con un deseo desaforado, desmedido. En un instante los tres estábamos desnudos sin saber a ciencia cierta qué manos te recorrían, que labios estaban cerca. Mis ojos, como para aprehender hasta la última señal, permanecían por más tiempo cerrados mientras mi cuerpo degustaba el placer de sentirme tan deseada.
    
    -Vámonos a la cama que estaremos más cómodas para ser folladas, -dijo Sara. Joder cómo me estremecía ...
    ... aquella mujer, aquellas palabras tan desvergonzadas que salían de su boca.
    
    -Esperad que llamo a Carlos. –pero no cogió el móvil ni llegó a devolverme la llamada en toda la noche. Bueno estaría tomando algo por ahí, quizá cenando con algún amigo, no pasa nada porque un día no hablemos, me decía a mí misma.
    
    Al poco de llegar a la habitación el olor a sexo ya era intensísimo así que cerré un poquito la puerta por un extraño e incomprensible pudor pero la dejé entreabierta con el fin de que entrara algo de aire porque era consciente de que allí se iba a librar una intensísima batalla de desnudos cuerpos, de arrogancia sobre las sensaciones, de desprecio al pudor, jactancia por el presente, insolencia ante las desdichas. Y no me hice de rogar cuando Alberto me llamó moviendo un dedo. ¡Cómo me fascinaba esa polla tan grande, tiesa como una efigie de piedra, mullida como una lengua cuando te taladra! Y fui reptando hasta alcanzarla, me prohibió con un simple movimiento de cabeza que la cogiera con las manos, tenía que utilizar sólo mi boca, me estaba convirtiendo en una auténtica maestra de la felación. Bueno, en eso y en muchas cosas más porque entrelazar mi cuerpo con el de Sara, en eso tampoco me quedaba atrás pero realmente era Alberto el que sabía manejarnos, como al poco tiempo descubrí. Nos puso a las dos de rodillas en el suelo, bueno, de rodillas en la alfombra que había en el suelo, y apoyadas sobre la cama, totalmente juntas, besándonos mientras él nos follaba por ...
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