1. Beatriz y Carlos, casualidades.


    Fecha: 28/01/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que yo no tuviera dificultad en noquearme, así que lo único que faltaba era que además de cornudo, apaleado. Y por último huir. A eso me resistía, me resistía porque yo nunca había huido de los problemas, sin embargo éste me sobrepasaba. Claro esto lo hablo hoy como narrador etéreo de esta historia pero en aquel momento, enfrentarme a aquella situación, traicionado por la persona que más quería, con el ánimo por los suelos me veía incapaz de nada.
    
    Tenía los puños cerrados con tanta fuerza que me estaba haciendo daño en mis manos, la mandíbula encajada amenazaba con hacer saltar los dientes, la rabia y el odio nublaban mi razón, cerré los ojos con desesperanza. Retrocedí procurando no hacer ruido cual ladrón en mi propia casa, y ya en la calle, respiré hondo, con tanta intensidad que hasta me hizo daño el frío aire de la pre-madrugada o igual es que no podía pasar porque mi garganta estaba cerrada. Volví la vista atrás buscando lo que había sido hasta hacía tan pocos minutos mi hogar y con mi mano en alto hice la señal de la cruz.
    
    -NUNCA MÁS VOLVERÉ A PONER UN PIÉ EN ESTA CASA.
    
    IX.- ELLA- doma.
    
    Sometida, entregada, rendida y domada a/por sus deseos, eran incalculables las oleadas de placer que a mí acudían. Alberto sabía cómo llevar a una mujer, al menos del cielo a la desesperación. Sí, a la desesperación porque cuando estaba a punto de culminar en la máxima explosión de placer eran infinitas las ocasiones en las que cortaba de raíz mi orgasmo. Le suplicaba con ...
    ... los ojos, le imploraba con la mirada, clamaba al cielo para que me permitiera llegar. Y terminó, terminó dentro de mí y ahora fue Sara quién ocupó su lugar sólo que en esta ocasión era su lengua la que entraba, se desvivía por limpiar la gruta que en ese momento me hacía sentir mujer, hembra rendida a un macho.
    
    La noche continuó con apenas descansos, sería alrededor de las dos de la madrugada cuando decidieron irse. Recogimos el comedor aunque les pedí que ya llevaría yo las cosas a la cocina y limpiaría un poco. En la puerta de la casa nueva despedida, primero Sara, como broma me dio un pequeño tortazo.
    
    -Por ser mala.
    
    Luego Alberto que acarició con extrema dulzura mi sonrojada mejilla.
    
    No pude limpiar de forma inmediata por eso me senté en el sofá, estaba como en una nube de algodón. Había sido tanto lo que disfruté esa noche y ahora sola en la casa vino a mi memoria Carlos con el que no había podido hablar esa noche. Haciendo un pequeño sacrificio busqué el móvil, qué extraño Carlos había tenido movimiento pero no me había dicho nada. Yo envié un “buenas noches, cariño. TE QUIERO”.
    
    Su imagen aparecía empañada por lo acaecido hacia sólo unos momentos, como otros tantos momentos vividos en otros instantes pero sola, sin Carlos, qué feliz sería de poder compartirlo con él, de explorar nuevos mundos, de dejarse querer por otros labios, otras manos, de mirarlo a los ojos viéndolo disfrutar pero siendo consciente de que el final siempre sería volver a su cuerpo y a ...
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