1. Beatriz y Carlos, casualidades.


    Fecha: 28/01/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... su alma. Paro no podía dar ese paso, él estaba en otra órbita del querer.
    
    Al final me quedé dormida en el sofá, fueron los primeros rayos de sol los que me devolvieron a la vida aunque totalmente dolorida por lo tarde que me dormí y por el lugar dónde lo hice. Con los ojos aún pegados me fui al baño y adormilada como seguía entré en la ducha donde me puse a orinar, se me había olvidado hacerlo en la taza del wáter, al terminar tuve la extraña necesidad de acariciarme, aún estaban hinchados mis labios, el olor a sexo inundaba la estancia. A mi llegaron los recuerdos cercanos en el tiempo de lo vivido aquella noche, en mi cama.
    
    Y volvió a mi mente Carlos y el profundo deseo que se estaba convirtiendo en necesidad o quizá en obsesión de/por tenerlo siempre cerca, de poder hacer los dos lo que hasta ahora me veía obligada a vivir sola. Pero él no tenía las mismas necesidades que yo, que con sólo tenerme cerca le bastaba, ¡qué extraño, él único hombre que no pensaba sólo en el sexo y me había tocado a mí! Jjjjj… Al salir del baño, desnuda pues ya me había acostumbrado a estarlo, entré en mi habitación para ventilarla y cambiar las sábanas. También recogí las botellas vacías que había sobre la mesa, platos sucios… y hasta mis bragas estaban allí. Cuando entré en la cocina para dejarlo me sorprendí de encontrar un ramo de rosas rojas, preciosas. Pero qué hacían allí, ¿Alberto? No me di cuenta de que trajeran nada, en fin, las pondré en agua, ya les preguntaré. ¡Ah, pero si ...
    ... traen hasta una tarjeta. Una inmensa satisfacción, una sonrisa de oreja a oreja, una enorme felicidad se apoderó de mí. Metí las flores en un jarrón precioso que me regaló Carlos y me dispuse a leer aquella nota que cambiaría para siempre mi vida.
    
    Aquel papel tenía la letra de Carlos, aquella nota tenía escrito un poema, un poema de amor. Desapareció de forma fulminante mi sonrisa y en mí se instauró el dolor y la pena, la tristeza y una profundísima amargura. Apenas si pude leerla pues mis manos no dejaban de temblar:
    
    Privilegiado el viento
    
    que puede cubrir siempre tus ojos,
    
    acariciar tus pensamientos,
    
    elevar tus deseos.
    
    Desgraciados mis labios
    
    que sólo pueden tocar,
    
    en la distancia,
    
    tu sutil recuerdo.
    
    No, basta, te quiero a ti,
    
    quiero tenerte siempre
    
    frente a mis ojos
    
    para que puedas ver
    
    en ellos, escrito,
    
    TE QUIERO
    
    X.- ELLA- adiós.
    
    Desde el momento en el que vio la nota y conoció la letra de Carlos, fue consciente de que él había estado allí. Sus ojos eran manantiales de lágrimas, la mayor sutiliza para darse cuenta de su desgracia, con total seguridad él tuvo que ser testigo de lo que se había vivido en aquella habitación. Fue el momento de explotar, de romper con todos los cánones de lindeza, fue entonces cuando gritó, gritó hasta hacerse daño, el nombre de Carlos. Era consciente de que aquello pasaría una dura factura a su vida, la más simple, la más que posible ruptura. Desde el primer momento fue consciente del daño que ...
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