1. Beatriz y Carlos, casualidades.


    Fecha: 28/01/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... le había hecho, de lo que estaría sufriendo en la soledad de cualquier rincón al que hubiese ido a llorar, porque los hombres también lloran y más él que siempre se había definido como de lágrima fácil como muy bien sabía Bea.
    
    ¿Qué disculpa cabía en estos momentos? ¿Qué explicación podría dar? No tenía sentido pero era consciente que tenía que dar la cara y para ello, de entrada, llamarlo por teléfono. Pero cuando lo hizo Carlos ya la había bloqueado así que la pelota de la soledad había rebotado hacia ella misma, ahora se desesperaba, lloraba con rabia y coraje pensando que era la única culpable por su egoísmo, ahora se encontraba sola y sin saber cómo solucionar el problema que se había planteado. Aún no había sido capaz de controlar su pulso, de enjugar sus lágrimas cuando sonó el telefonillo de la entrada. El corazón parecía que terminaría por salirse por la boca, ¿sería Carlos? Se puso una bata para cubrir su desnudo cuerpo y corrió como desesperada a abrir la puerta, lo que se encontró aún más la descolocó, era un amigo de él, se llamaba Jesús.
    
    -Hola Bea, lamento estar en medio en estos delicados momentos. Esta madrugada me llamó Carlos para decirme que viniera a vuestra casa a recoger sus cosas, a por todo lo que tenía aquí.
    
    -Por Dios, Jesús, dime dónde está Carlos, tengo que hablar con él.
    
    -No puedo hacerlo, me lo ha prohibido de forma rotunda.
    
    -Pues entonces, de aquí no sale nada, salvo que venga él.
    
    -Bea, yo no voy a entrar en ninguna guerra, ...
    ... además de que también me lo ha prohibido. Yo he intentado ser amigo de los dos, desconozco los motivos que le han llevado a tomar esta decisión, no quiero cuestionarme nada para en la medida de lo posible ser lo más justo y objetivo posible. Si no me dejas entrar, lo entenderé.
    
    -Jesús, por el amor de Dios, dile que me deje verle aunque sólo sean 15 minutos. Luego me iré, me iré para siempre de su vida aunque sepa que él no abandonará nunca la mía, por favor, dile que como a cualquier condenado a muerte me conceda ese último deseo, hablar con él.
    
    -No te preocupes, se lo diré, aunque no te garantizo nada.
    
    Mi cara se desencajó desde el primer momento en que vi a Jesús, sabía, en el fondo, lo que eso podía significar, como al final se confirmó. Cerré la puerta cuando se fue, mi mundo se había desmoronado en un segundo y era consciente de que tenía que pagar por ello, fui camino de mi habitación, bajé las persianas y me eché sobre aquel lecho que había sido testigo del amor más profundo y de mis luchas internas frente al placer. Allí, en la soledad, en el silencio, en la obscuridad mis ojos, cansados ya por el paso de las horas, se negaban a descansar, eran incapaces de entrar en el mundo de Morfeo, se resistían a abandonar la realidad para entrar en el terreno de los sueños. Sin embargo la tristeza comenzó a ganar espacio, tuve que levantarme corriendo a vomitar lo poquito que tenía mi cuerpo, al volver nuevamente a la cama miré el móvil la número mil o quizá me quedaba ...
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