1. Beatriz y Carlos, casualidades.


    Fecha: 28/01/2022, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... misma,
    
    -Soy Bea.
    
    XV.- ELLA- Granada.
    
    Llegué tarde al teatro no por culpa mía, tampoco de nadie, fue algo tan simplemente como que llamó mi madre casi cuando estaba a punto de entrar y pasó lo que en ella es habitual, no dejaba de hablar, de preguntarme y de recomendarme. Cuando por fin pude cortar, entré corriendo, en ese momento las luces comenzaban a perder la intensidad propia del lugar, esa luminosidad que empuja a imaginar que se está haciendo la noche. Es un momento especial, siempre que estoy en el cine o en el teatro, cuando percibo que baja la intensidad de la luz, me transporto, cierro los ojos, sueño que vuelo hacia la eternidad, los abro, los cierro, así como si el telón estuviera en mis ojos como si yo tuviera el don de manejar mi imaginaria obra de teatro. Mil perdones pedí porque para colmo mi sitio estaba en el centro de la fila y al levantar la mirada, lo vi.
    
    El corazón quería salir por mi boca, las pulsaciones se me aceleraron de tal manera que presentía que todo el mundo las podía escuchar, la boca se quedó seca de forma instantánea, mis mejillas pasaron del blanco al rojo de forma inmediata… Él me miraba, yo intentaba evitar sus ojos, estaba guapo, muy guapo, ¡por Diossssss, por qué me has puesto esta prueba! Me sonrió, yo no sabía qué hacer si volverme e irme, si seguir hacia adelante; ni qué decir, pero él no dejaba de observarme. Me recibió con un hola, ningún atisbo de rencor ni resentimiento, intenté decir dos palabras, sencillamente ...
    ... porque no era capaz de sacar nada más de mi garganta, y a las dos palabras me di cuenta de que no me había reconocido, al menos esa era la impresión que me daba. Quizá eso aumentó mi rubor y mi desconcierto y por ello procuré mantenerme al margen, sólo al final, cuando se empeñó en que tomáramos algo no tuve más remedio que aceptar, o igual es que me apetecía.
    
    Al principio los cigarrillos caían uno tras otro, me bebí la cerveza como si fuera agua, como si estuviera sedienta, poco a poco comencé a tranquilizarme y eso me llevó, junto con el alcohol, a un estado de ensueño, estaba con la persona que más había querido, con la única persona por la que hubiera sido capaz de dar mi vida, siendo consciente de que igual él, si supiera quién soy dejaría de hablarme. Yo no quería que ese momento se acabara nunca, deseaba prolongar en el tiempo el sonido de su voz, su aliento, su olor corporal, su dulce mirada… Cuando llegó el momento de la despedida, mi alma volvió a su lugar de partida, el suelo, en los últimos tres años, era la primera vez que salía del sótano de los sentimientos, otra vez volvió la luz a mi cara, la paz interior, los sueños y los deseos. Estaba con el hombre al que amaba.
    
    Cuando le dije mi nombre, quedó en estado de shock, uno frente al otro, interminable momento en el que él miraba a mis ojos y yo miraba a los suyos e incluso quise entrar dentro. Infinito tormento el del silencio, ver que la vida me había dado la oportunidad de estar junto a él nuevamente y ser ...