Entre el sueño y la vigilia
Fecha: 09/02/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... con su lengua, le dijo:
-Cogeme.
-¿Qué?
-Que me cojas.
Otra vez jugaban, otra vez apelaban a la seducción, a esperar, a ser víctima y victimario.
-Pedímelo una vez más, como sabés que a mí me gusta.
-¡Cogeme!, fue el grito ahogado que salió de su boca.
-¿Cómo?
-Como quieras, como sabés que me gusta, como te cogés a tu mejor puta, sin dejarme respirar, ya, ahora, no aguanto más, necesito sentirte dentro de mí.
Por el momento alcanzaba para que él comenzara a penetrarla pero si de verdad quería que la cogiera como hacían siempre iba a tener que pedírselo con mucha más pasión.
-¿Así te gusta?, le preguntó mientras dejaba que su pija se deslizara lentamente dentro de ella.
-Si pero quiero más.
-¿Cómo?
-Más fuerte, más rápido.
Intensificó el movimiento pero sin penetrarla por completo, dejando lo mejor para la embestida final.
-¿La sentís?
-Si pero no alcanza. Dame más por favor!, le decía sin despegar sus ojos de los de él y relamiéndose los labios.
La mantuvo así un rato, metiendo y sacando la pija de su concha empapada, mojando las sábanas, los muslos de ella chorreaban deseo y las piernas de él se tensaban cada vez que la penetraba hasta que se incorporó lo suficiente y sin previo aviso la penetró hasta el fondo mientras escuchaba el grito de sorpresa y pequeño dolor que brotó de su garganta.
Fue un frenesí absoluto, no podía parar de entrar y salir, de moverse de manera animal, salvaje, de calentarse mirando como sus ...
... tetas se sacudían cada vez que él la penetraba, de inclinarse para comerle la boca, morderle los pezones, sacar su pija empapada de flujo y acariciarle el clítoris hasta ver cómo alzaba sus caderas y se aferraba a las sábanas de manera desesperada para no acabar y seguir disfrutándolo hasta el final.
Estaban hechos a medida para el sexo, no les sobraba ni les faltaba nada, eran pura química y se sacaban chispas en la cama.
Ella era su puta perfecta, él su macho dominante pero que también se dejaba dominar en un abrir y cerrar de ojos y una vez que se tocaban no podían separarse hasta caer rendidos.
Sin previo aviso la dió vuelta, se colocó detrás de ella y de un solo empujón la penetró quitándole la respiración más por la sorpresa que por el dolor.
Cuando sintió que la llenaba por completo, le pidió que se tocara mientras no paraba de entrar y salir, calentándose cada vez más al ver su cara de costado apoyada sobre las almohadas y su brazo estirado al máximo para llegar hasta su clítoris y masturbarse mientras él la sostenía de las caderas y seguía metiendo y sacando su pija sin piedad ni control.
La intensidad de la relación era tal que podía sentir cómo se contraían los músculos de su concha mientras estaba dentro de ella apretándolo y consiguiendo así que se enloqueciera más con aquella mujer casi hipnótica que lo manejaba como quería aunque pareciera que fuera él quien estaba a cargo de la situación.
De pronto comenzó a sentir la velocidad de ella para ...