1. Madura pierde la vergüenza entre otras cosas (2)


    Fecha: 20/03/2022, Categorías: Infidelidad Autor: carmenmadura, Fuente: CuentoRelatos

    ... senos y lentamente, con dulzura introdujo su polla gloriosa en mi hambriento coño. Poco a poco, lenta pero segura entraba su enorme verga hasta que noté que tocaba fondo y causaba algo de dolor chocando contra mi útero.
    
    —Cuidado, Apolo, cuidado. Si la metes hasta el fondo me duele un poco.
    
    —Tendré cuidado Meri, no la meteré del todo. Por eso es tan bueno el culo. ¡Ahí no hay fondo!
    
    Apolo, mi dulce Apolo, me dio bien dado. ¡Qué encanto de muchacho! ¡Qué maravilla de verga! La metía, la sacaba, a veces lento, a veces rápido, a veces paraba para que yo pudiera sentir aquella joya distendiendo mi coño. Al mismo tiempo que metía y sacaba, el acariciaba mis pechos, suavemente retorcía mis pezones, besuqueaba mi nuca, estimulaba mi clítoris. ¡Ah el chico sabio y tan bien dotado!
    
    —Si, Apolo si, dame, dame, me corro, dame mi amor, dame toda tu polla corazón.
    
    Ignorando mis gritos de satisfacción y placer, él siguió follándome y follándome mientras una sucesión de orgasmos sacudían mi cuerpo.
    
    —Vale, vale Apolo, de verdad, no puedo más, déjame un poquito mi cielo, déjame corazón, deja que me recobre.
    
    El chico sabio saco su tranca imperial, abrió el cajón de su mesilla y saco un tubo de un lubricante, puso algo en sus dedos y los froto contra mi culo. Puso la boca del tubo en mi ano echando lubricante dentro. Yo notando el frío empecé a levantarme.
    
    —Quieta, Meri, quieta.
    
    Poniendo una mano en mi nuca me mantuvo doblada mientras un dedo de la otra mano violaba ...
    ... mi culo virginal. Con destreza lo metía y lo sacaba, giraba, retorcía dilataba.
    
    —Ahí, Apolo, eso relaja mucho, eso está bien. Sigue, sigue.
    
    Noté que ahora entraban dos dedos. Más y más lubricante, yo notaba como cosquillas en el culo. La sensación cambió a un poco de dolor. Apolo había metido los dos pulgares y no solo metía y sacaba, también estiraba y dilataba. El dolor desapareció y dejo lugar a una sensación de bienestar.
    
    —Apolo, me estas enviciando, esto me gusta. Apolo me estas emputeciendo. Sigue cariño, sigue.
    
    Apolo saco sus dedos, se tumbó en el suelo con su maravillosa polla enhiesta como asta de bandera, la embadurno con el lubricante y dijo:
    
    —Ven aquí Meri, ven aquí gordita mía. Siéntate en mi picha, empálate tu sola, a tu aire, despacito.
    
    Yo como gallina clueca, me puse en cuclillas y mientras con una mano apuntaba su amenazante arma a mi culo, lentamente doblaba mis rodillas y dejaba que el ariete monstruoso violara mi casto culo. Poco a poco, a veces casi no podía respirar, una increíble sensación de presión me invadía y ¡por fin! Mis nalgas tocaron el vientre de Apolo. ¡Había llegado!
    
    —Quieta Meri, quieta. Descansa, relájate, acomoda mi polla, no tenemos prisa.
    
    Yo seguí su consejo y conseguí tomar un par de hondas inhalaciones. Echando mis manos hacia atrás, las apoye en sus recios y sólidos muslos y las use como palancas. Poco a poco levantaba mi culo y sacaba su barra de placer, poco a poco bajaba y culo y me sentía plena, llena, ...
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