El regalo: Un antes y un después (Vigésima primera parte)
Fecha: 29/03/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... reacción veo que hice mal. Sigues desconfiando de mí. —¡No! Le respondí apresurado–. No es desconfianza, solo que… Silvia me parece que a ti, ese señor te gusta. Presiento que hay algo más que… ¡No quiero compartirte!
—Mi amor… ¿Compartirme? Jajaja, pero por favor, si ese señor es casado y muy mayor para mí. No fue nada del otro mundo, en serio. —Me respondió.
—¿Y te gustó? —Le pregunté temeroso de la respuesta.
—¡Sí!… Y no. —Lo dijo completamente en calma, mientras que mantenía firme su postura.
—Si me gustó porque no sentí nada raro ni extraño, fue como aceptar el beso de un amigo que se aprecia pero que no despierta ningún interés adicional o sexual si es lo que te preocupa. Y no, no me gusto porque ese señor no sabe ni besar. Va a necesitar de mucha colaboración por parte de su esposa, si es que desea en serio mejorar y ponerse a la altura de la señora Martha. —Ajá, ya veo, le respondí. Era también como una prueba para ti, para determinar porque pasó lo que pasó entre ustedes dos en la oficina y en ese hotel.
—Fueron otras circunstancias mi vida, distintas a las tuyas. Además… ¿Por qué tú sí y yo no? ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué soy mujer y no debo? Mira mi vida, yo no siento nada por mi jefe. Fue solo un beso y nada más. Pero y tú… le metiste las manos a esa mujer y se besaron también después. Rodrigo… ¿Qué sientes tú por tú compañera? Supuestamente nada, eso espero. ¿O sí? —No respondí, tan solo estiré el sofá cama y me tiré allí, sin almohada y sin ...
... frazada.
—¡Dime algo! Gritó. —Y temí que se despertaran los niños.
—Con razón llegaste tan… Tan pensativa Silvia. Era solo hablar. ¡Maldita sea, solo hablar! —Y mi esposa de pie recostada contra el marco de madera, empezó a sollozar.
—Entonces si no lo niegas, es porque si pasa algo entre ustedes. —Me respondió evadiendo mis cuestionamientos y se dio vuelta para dirigirse a nuestra habitación, llorando.
¡Hummm! Pasaba que sí, que me gustaba mucho, pero Paola era una mujer muy hermosa, atractiva y con una personalidad atrayente. Pero… ¿Y su jefe? Ese señor no me parecía para nada especial, un hombre muy corriente y al contrario de mi rubia tentación, por lo que ya sabía era tosco, frio y aparte según mi esposa, no sabía ni besar. Entonces… ¿Por qué tenía yo tanta desazón, al ver venir tan cerca ese bendito viaje? Respiré hondamente y me fui a buscarla, de nuevo.
—No pensaste en mí, Silvia. La verdad es que a ti ese tipo te gusta. Ya no me lo puedes negar. —Y la encontré enrollada sobre sí misma en nuestra cama, dándome la espalda. Apagué las luces y me recosté a su lado, abrazándola.
—No seas estúpido, es mi jefe solamente y estaba haciendo lo que me pediste ¡Por Dios! Entiende, no es nada, no fue nada más que un beso. —Me respondió ya llorando.
—De razón. Le respondí. —¿De razón que? Rodrigo te estoy preguntando. ¿Con razón qué?–. Me preguntó.
—Desde que llegaste esta noche, a mí… A mí que soy tu esposo, ni un beso me has dado. —¡Déjame en paz, Rodrigo! ...