El pasajero oscuro (Parte II)
Fecha: 09/04/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gab, Fuente: CuentoRelatos
... por años.
Si tenía alguna duda de si quería follármela, ahora se había disipado. Pero cómo…
Recuerdo haber pensado hace años que toda persona tenía un precio. Kim no lo tenía, al menos económico. Y era mi vecina. Y estaba casada. Y tenía una hija. ¿Y lo más importante, me había vuelto tan loco de intentarlo?
Pasé toda la tarde y día siguiente con la imagen en la cabeza. No me la podía quitar. Por otro lado, Ana no daba señales de vida. Tampoco las buscaba yo, pero llevaba casi una semana sin saber de ella. No parecía que buscase una reconciliación.
Aunque me había dicho a mí mismo que no la necesitaba, de repente me sentí solo. Había destruido en muy poco lo que llevaba meses construyendo. En este estado de ánimo resultaba más fácil intentar algo estúpido, desesperado, rayando lo absurdo. Y eso hice.
El domingo por la noche, con sigilo, eché una carta sin abrir dirigida a mí en el buzón de los vecinos, que estaba en la pared de la entrada. El lunes por la mañana me quedé mirando por la ventana de mi dormitorio. Kim salió a correr como cada mañana, volvió, miró en su buzón y encontró la carta dirigida a mí. Y en ese momento bajé rápidamente. Me quité la camiseta y vestido solo con unos pantalones cortos de deporte y con el móvil en la mano, abrí la puerta y salí apresuradamente mirando distraídamente el móvil.
Era absurdo, era demencial…pero me daba igual.
En ese momento llegaba Kim para dejar la carta en mi buzón y nos chocamos. Obviamente con ...
... intención por mi parte. Me daba igual si parecía una situación forzada.
Kim volvía de correr en esa calurosa mañana de julio, sudorosa. Pude sentir por un momento sus tetas contra mí. Como sorprendida por la situación, se quedó mirando por medio segundo mi cuerpo. Yo estaba bastante en forma, y me pareció ver algo en sus ojos según me miraba. Es lo que buscaba. Salió de su mini trance para con una risa nerviosa disculparse y explicar que venía a dejar una carta para mí que por equivocación estaba en su buzón. Yo, más preparado para la situación, la sonreí ampliamente disculpándome también, agradeciéndola. Se despidió rápidamente con una sonrisa otra vez nerviosa y se fue hacia su casa.
Me quedé fingiendo que leía la carta, pero lo que esperaba era cazar una mirada suya hacia mí.
Salió a la calle. No miró. Entró por el corto camino frontal de su casa. No miró.
-¡Vamos! –pensé– échame una mirada, solo un milisegundo. ¡Dame una señal!
Abrió la puerta de su casa, y justo antes de entrar giró su cabeza hacia donde yo estaba para mirarme por un breve momento. Estaba casi fuera de mi campo de visión, pero logré verlo mientras seguía fingiendo leer la carta. ¡Ahí estaba mi señal! Algo se acababa de despertar en Kim.
A pesar de probablemente considerarse fuera del mercado, era una mujer todavía joven, casada con Hans, unos 10 años mayor, y por las apariencias no parecían una pareja sexualmente activa. No todo el mundo tiene un precio, pero toda persona joven tiene una ...