Lucía (Cap. I): Soy un tipo con suerte
Fecha: 26/04/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Manuman, Fuente: CuentoRelatos
... relación que guardaban sus progenitores, pues su madre y yo continuamos viviendo juntos, aunque durmiendo en cuartos separados.
A pesar de la suavidad con que llevamos el asunto, en el fondo, para mí el divorcio fue un duro golpe personal. Tenía la impresión de ser un despojo, algo que quedó inútil y requiere un repuesto. Pero lo peor vino cuando mi ex mujer comenzó a dejarme al niño los fines de semana porque ella saldría “a divertirse”. Entonces me deprimía y no hacía más que esperar la hora en que mi hijo se fuera a dormir para emborracharme, sintiéndome solo y patético.
Mi mal estado anímico pronto se reflejó en los resultados de mi trabajo y cuando el jefe de ventas me llamó a su oficina, tuve la certeza de que iba a despedirme.
-Toma asiento, Fernández- Me dijo el encargado de cortar mi cabeza, al tiempo que me indicaba el lugar para mi ejecución.
Mi jefe habló largo y tendido sobre las metas que yo llevaba meses sin alcanzar, como preparándome para recibir el golpe definitivo, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando sin previo aviso en la oficina apareció Lucía, que llegaba casi derrapando, muy apenada por su impuntualidad.
-El tráfico está insoportable- se excusó la bella mujer, al tiempo que se ataba el cabello en una coleta y me sonreía, saludándome antes de sentarse a mi lado.
Logré contener la tentación de asomarme por el botón de la blusa que discretamente Lucía se desabrochó para mitigar el calor que la prisa le ocasionó. Pero Damián, nuestro ...
... jefe, se quedó mirando por un par de segundos hacia tan prometedor sitio, sin que Lucía se inmutara, seguramente acostumbrada a tales detalles.
Damián expuso entonces su “plan de rescate” que evitaría que yo perdiera mi trabajo. Para eso, sería necesario que yo dejara a Lucía (la vendedora estrella) toda mi carpeta de clientes y pasara a ser su asistente (en esa empresa, cada vendedor tenia uno, casi siempre universitarios o “jóvenes promesas” como las llamaba el dueño del negocio).
-No sé qué decir exactamente- Le respondí a Damián, sin saber si me humillaba al hacerme asistente de Lucía o si en realidad me hacía un favor al no despedirme. Al final, pensé que era más bien lo segundo y luego le agradecí a Damián por no echarme de la compañía.
-No me agradezcas a mí- me pidió él. –Fue idea de Lucía. Bueno, lo de no bajarte el sueldo sí fue idea mía, pero es a ella a quien le debes el que sigas teniendo trabajo.
–No te molesta que hagamos equipo ¿verdad?- Me dijo Lucía, dirigiéndome una conciliadora sonrisa, temiendo que me sintiera ofendido por pasar de ser su colega a convertirme en su ayudante.
Más que ofendido, me sentía afortunado. No me lo esperaba. Jamás habría imaginado que Lucía fuera quien me había salvado del desempleo. Más tarde ella me confesaría que al enterarse de lo mal que yo lo estaba pasando por mi divorcio, de inmediato sintió empatía (para no llamarle lástima), por mi situación y cuando casualmente escuchó que Damián hablaba acerca de la ...