Confesión real de un profesor - sexo entre profe de 36 y chica de noveno
Fecha: 06/06/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Stregoika, Fuente: SexoSinTabues
... las suyas y la frotó largo rato. Bueno, ese es uno de cien detalles románticos, pero omitiré los demás en atención a que este es un relato erótico. Por su puesto hubo cartas de amor, un primer beso, situaciones no menos increíbles de lo que ya les he contado, por ejemplo, como la defendía yo en situaciones escolares, etc. Por ejemplo, que un estudiante que estaba profundamente enamorado de ella, lloró ante mi preguntándome por qué se la quitaba. Al final lo admitió porque yo era su proesor favorito y creía que yo le convenía a Natalia. Por ejemplo, los sueños de Natalia que yo interpretaba y que significaban su obsesión sexual por mí. Por ejemplo, que durante un descanso en un parque público, unos malandros se mezclaron y amenazaron a un estudiante en un intento de ajuste de cuentas. A mí me responsabilizaron alegando el descuido que cometí, ya que los delincuentes habían logrado llegar hasta ese punto, gracias a que yo estaba embobado cantándole una canción a Natalia, guitarra en mano, en un rinconcito muy alejado. Hasta fuimos el tema central de una columna de chismes en un pasquín impreso que era del proyecto de idiomas. También aparecía Ricardo y una de sus choco-aventuras. Las chicas del proyecto me entrevistaron y me preguntaron “¿Qué pensaría usted si una hija suya le dice que tiene una relación amorosa con un profesor del colegio?”, a lo que descaradamente respondí “Pues si el profesor es como yo, felicito a mi hija”. Lo recuerdo y yo mismo no puedo creerlo. En ...
... contraste, lo que viene a continuación es difícil de compartir, sobre todo por ser de forma explícita, por el recuerdo grato y cariñoso que tengo de Natalia. Pero igual quiero seguir contando esta historia, no solo por cachonda sino porque escupe en la cara de quienes se santiguan y niegan sus lados oscuros refugiándose en la doble moral. Después de una hora o un poco más de tertulia, los poquísimos estudiantes estaban dispersos por muchas partes del colegio. Ya ni los directivos querían estar pendientes. Eran tan pocos muchachos que parecía un día pedagógico, con dos o tres estudiantes colados. Natalia, Alexandra - una de sus amigas, celestina ella – y Fredy, el joven del corazón roto, eran los únicos que quedaban conmigo. El chico alargaba cada palabra para no dejarnos a Natalia y a mí a solas, pero la otra chica fue más fuerte. Logró llevárselo. El corazón se me aceleró. Después de tantas cosas, al fin estaba a solas con Natalia, la treinta mamasita del bizcochito apretado bajo el leotardo y el culazo despampanante, y al mismo tiempo, la muchachita de gestos adorables y ternura desquiciante. Yo, estaba sentado en mi mesita de docente, tratando de pensar qué haría a continuación. Pero no era necesario pensar, las cosas pasarían sin forzarlas de ninguna manera. Natalia se metió entre mis piernas y recostó su trasero en una de ellas. Yo la tomé por la cintura. - Nata… - no pasa nada, si viene alguien, Alexandra nos avisa. Como había hecho ya varias veces, tomé su carita y la ...