1. Cuckold (3): La vecina de enfrente


    Fecha: 17/05/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... mujer que antes se mostraba tan distante como la luna, ahora parecía contenta de recibir nuestros halagos.
    
    —Sí, todos nosotros—. Dijo Juanca. Sus mejillas regordetas se pusieron rojas.
    
    —Bueno chicos, son muy dulces.
    
    —¿Necesitás algo más? —Pregunté yo, dispuesto a barrer toda la casa si me lo pedía.
    
    —No, gracias. Como les dije, aunque no tengo dinero encima, me gustaría pagarles de alguna manera.
    
    Los cuatro estábamos parados cerca de la puerta. Marcela nos observaba con actitud expectante. Creo que a todos se nos ocurrió un montón de formas depravadas en las que nos gustaría que nos pague el favor que le acabábamos de hacer. Juanca no pudo evitar una sonrisa retorcida. Pablo la miraba de arriba abajo, y se mordía el labio inferior.
    
    —Les voy a pagar con un consejo…—Dijo Marcela—. Les recomiendo que cuando vean a una mujer linda, disimulen un poco. A la mayoría no les gusta los… ¿Cómo dicen ahora? Los pajeros.
    
    Vaya balde de agua fría. Mi decepción se vio reflejada en el gesto lúgubre de mis amigos. No podía creer que después de que hiciéramos de sus empleados, nos humillara de esa manera. Después de todo, era la arrogante y altanera que siempre conocimos.
    
    —Perdón si alguna vez te incomodamos. —le dije.
    
    —No me incomodan. Ya estoy demasiado acostumbrada a estas cosas. Lo que a veces me pregunto es… ¡Ay! creo que mejor me callo. Bueno, gracias por ayudarme chicos, en serio, y sigan mi consejo y van a tener más suerte con las chicas.
    
    —Qué es lo que a ...
    ... veces te preguntás. —Exigió saber Juanca, haciéndose eco del pensamiento de todos.
    
    Marcela meditó unos segundos. Luego hizo un gesto de asentimiento.
    
    —Está bien, se los voy a decir. A veces me pregunto… ¿Qué harían un grupo de pendejos vírgenes como ustedes con una mujer como yo?
    
    Puso sus brazos en jarras y esperó la respuesta.
    
    Un silencio humillante cortó el espacio como una navaja afilada.
    
    —No somos vírgenes —Soltó Pablo, indignado.
    
    Era una verdad a medias. Juanca sí que era virgen, y Pablo y yo habíamos tenido relaciones tres o cuatro veces. Ninguno tuvo, hasta ese momento, una pareja estable, así que teníamos muy poca experiencia.
    
    —Es una manera de decir —dijo Marcela, quizás adivinando la verdad detrás de las engañosas palabras de Pablo—Pero son unos nenes… Mírense, ni siquiera saben qué decirme.
    
    —Y qué querés que te digamos —inquirí yo.
    
    —Quizás no sea cuestión de decir, sino más bien de hacer. Ahí les dejo otro consejo. Les agradezco de nuevo. Allá tienen la puerta. Hasta nunca pendejos.
    
    Se dio vuelta y se metió por un pasillo, dejándonos solos. Me dirigí a la puerta, indignado y aturdido. Cuando la abrí para irme, me di cuenta de que Pablo Y Juanca no se habían movido de donde estaban. Se susurraban algo.
    
    —…Vos decís? —Alcancé a descifrar que decía Pablo.
    
    —Sí, mandémonos —dijo Juanca, y luego mirándome a mí agrego—: Vamos Adri.
    
    —¿A dónde? —Pregunté.
    
    Me miraron como si yo no entendiese nada. Se metieron en el pasillo por donde ...
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