1. Tren de medianoche


    Fecha: 23/05/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... que los dos guardias estaban a punto de golpear la puerta.
    
    —Señor… —carraspeó el más joven—. Este es un baño público.
    
    Me disculpé una y otra vez. El otro guardia no paraba de sonreír; Rosa estaba demasiado avergonzada, totalmente enrojecida. Me tomó de la mano y me llevó de nuevo hasta nuestros asientos para quedarse callada el resto del viaje. Ya no había necesidad de actuar, ya habíamos convencido a quien debíamos.
    
    Llegamos a destino cuando el sol, poco a poco, se asomaba entre los cerros y revelaba el infinito verde de ese campo bañado por el rocío del alba. La presencia de militares en la zona, de la famosa guardia del dictador, nos alarmó. Rosa me advirtió que probablemente hicieron hablar a alguien de los capturados la última noche en la capital, entre ellos quien debía hacerse pasar por su esposo. Tal vez por eso el control estaba siendo demasiado estricto en la estación.
    
    Algo buscaban con demasiadas ganas.
    
    Rosa creyó hasta último momento que la acompañaría hasta la Argentina. Pero nada más lejos de la realidad. Cuando cayó en la cuenta de que realmente mi hermano había fallecido, y que yo debía ir a preceder el velorio, no paró de pedirme disculpas. Me reveló que era importante que ella cruzara la frontera porque tenía, por fin, pruebas de que en la dictadura se estaban cometiendo crímenes contra la humanidad. Con tales documentos robados, tal vez sería más fácil conseguir el apoyo de de más hermanos en pos de derrocar al dictador.
    
    Dicen que la ...
    ... guardia no era precisamente conocida por su inteligencia y rapidez. Al menos, me dieron el tiempo suficiente para ir al velorio con Rosa, almorzar en el pueblo, alquilar un coche de un taller y, por último, marcharnos, atravesando los caminos polvorientos de tierra que serpenteaban hasta llegar al río. Desde allí, solo ella cruzaría abordando una paupérrima embarcación en compañía de otras personas que buscaban escapar.
    
    Hasta el último segundo me insistió en la idea de acompañarla. Pero le dije que mi batalla estaba aquí. Y que nuestra aventura en el tren de medianoche fue solo algo pasajero que pronto deberíamos olvidar. Que fue un sacrificio que hicimos en pos de un futuro mejor. Una escapada de la realidad para no ceder a la locura ni al miedo. Le dije que debería levantar la mirada y nunca echarla para atrás, seguir la lucha, que yo estaría aquí esperándola, ya sin barras, ya sin opresión.
    
    La contemplé marcharse en la embarcación, recostado en el coche. Miré mis manos, palpé mi boca y posteriormente mis heridas de guerra tatuadas en el cuello. Tal vez en otra vida, tal vez en mejores tiempos, Rosa.
    
    Hoy, tantos años después, rememoro esa época en donde todo era tan gris y silencioso. En donde solo había miedo y la juventud era pisoteada sin contemplación. Hoy, querida mía, contemplando este cementerio bañado en hojas amarillas de lapacho, repleto de lápidas sin nombres que se desbordan de injusticia y sinsabor, con la piel haciéndose añicos y la sonrisa queriéndose ...
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