Tres relatos feministas
Fecha: 23/05/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... bola y listo.
Clara sintió cómo el calor le subía al rostro. Realmente comenzaba a odiar a esa chica. Si había algo peor que un hombre machista, como el idiota de Franco, era una mujer machista. Estuvo a punto de decirles que el acoso callejero no es ninguna pavada. Que las mujeres lo sufrían desde niñas, y que eso sólo era una de las tantas caras del patriarcado. Pero, cuando se disponía a hacerlo, Franco la interrumpió.
– Mirá si fuese ilegal decirle piropos a las chicas que no conocemos… – dijo, mirando a su novia – En ese caso nosotros no estaríamos juntos.
Ambos estallaron en carcajadas y luego se dieron un beso apasionado. Se veían verdaderamente enamorados. Camila sintió nauseas.
Juan Carlos decidió cambiar de tema. No sabía si odiarlo o amarlo por eso. Tenía muchas cosas para decirle a ese par de idiotas. Sin embargo, la discusión quedó de lado, y pronto parecieron olvidarse de ella. La velada siguió durante un par de horas, en las que se discutieron cosas más banales, pero menos conflictivas. A las dos de la madrugada decidieron dar por terminada esa cita doble. Los cuatro eran muy jóvenes, pero la adolescencia había quedado muy atrás y todos tenían algún compromiso al día siguiente.
– Mi amor, ¿te molesta si me bajo en mi departamento? – le dijo Juan Carlos a Camila, susurrando, mientras los cuatro se dirigían al estacionamiento donde estaba el auto de Franco, quien se había ofrecido a llevarlos. – Es que mañana me tengo que levantar temprano, y ...
... mientras antes duerma, mejor.
– No me molesta mi amor, no pasa nada. El domingo veinte a ver una peli, si querés.
Camila subió con su novio al asiento de atrás. La casa de Juan Carlos quedaba a sólo veinte cuadras, así que enseguida los dejó. El plan era acompañar a Camila hasta su departamento, pero Sabrina sintió la imperiosa necesidad de ir al baño, así que fueron primero al edificio donde vivía la pareja.
– Fran, hacé una cosa. – Dijo la rubia, cuando se bajó del vehículo. – llevala hasta su casa, y yo te espero arriba.
– No hace falta. – Dijo Camila. – igual yo estoy acá nomás. Me tomo el colectivo en la esquina y en veinte minutos llego.
– No seas tontis. – Le dijo Sabrina, en un intento de simpatizar con ella. – Este pibe vive en el piso veinte. Así que hasta que suba y vuelva a bajar, voy a tardar mucho, por eso no los acompaño. Dale Fran, llevala a su casa, no dejes que se niegue.
Sabrina se fue casi corriendo hasta el edificio. A Camila le dio gracia la idea de que la chica no pueda aguantar el pis hasta el piso veinte. Pobrecita.
– Subite adelante. – Dijo Franco. Camila así lo hizo. – Vamos nomás.
Hubo un silencio tenso durante la primera parte del viaje. Camila lo observaba mientras conducía. Esta vez su sonrisa de dientes perfectos se dejaba ver sin disimulo. Sus mandíbulas fuertes, y marcadas incrementaban el efecto del gesto socarrón. Con ese pelo ondulado, bien corto, y con su piel bronceada, parecía una especie de dios griego a punto de ...