Tres relatos feministas
Fecha: 23/05/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... estallar en carcajadas. Camila sabía que estaba recordando la discusión que habían tenido unas horas atrás, y le dio mucha bronca compartir el mismo espacio con una persona tan machista, y más bronca le dio que se tratara de alguien a quien concia hacia tanto, y que además quería mucho.
β Así que te molestan los piropos. β dijo.
β No. Lo que me molesta mucho son los maleducados, y los acosadores que te gritan guarangadas por la calle. Pero me parece que vos no sabés la diferencia entre una agresión y un piropo.
β No seas tonta. Obvio que lo sé. Solo te quería hacer enojar.
β Sos un idiota.
β Y vos sos una feminazi, pero igual te quiero.
El auto paró frente al edificio donde vivía Camila. Ella le quiso dar el beso de despedida, pero Franco desvió la cara y besó sus labios, y quiso meterle la lengua en la boca.
Camila, indignada, le dio un cachetazo que sonó increíblemente fuerte dentro del auto.
β No lo vuelvas a hacer.
Franco inclinó su torso, para llegar al otro asiento, donde estaba ella. La agarró con fuerza del rostro.
β Soltame. β dijo Camila. Pero el otro ya la estaba besando de nuevo. β Soltame. β repitió. Le dolía la mandíbula por la presión que le hacía Franco mientras su lengua se metía adentro suyo. β Soltame. Te odio. β dijo, jadeante.
Franco agarró una de sus tetas. La palma de la mano no le bastaba para semejantes atributos.
β ¿Por qué no volvés con tu novia? ¡Hijo de puta!
A pesar del odio con el que pronunció esas ...
... palabras, Franco siguió masajeando su teta, mientras la otra mano se metía entre sus piernas.
β No. β dijo Camila. Mientras sentía las manos meterse sin permiso en su cuerpo, y las respiraciones entrecortadas de franco, mientras la besaban, le daban cosquillas deliciosas en el cuello. β No. Acá no. Nos puede ver alguien.
Cuando se aseguraron de que no había nadie alrededor del edificio, ingresaron, sigilosos, como dos convictos. Se metieron en el ascensor.
β Pero no tenemos tiempo. Sabrina te está esperando. β Dijo Camila, recordando, de repente, ese detalle.
β No importa. Con quince minutos nos alcanza.
Se metieron en el ascensor. Franco lo cerró y presionó el botón para dejarlo fuera de servicio.
β Nunca cogí en un ascensor. Pero seguro con Juan Carlos tampoco lo hiciste.
β No lo nombres. Odio hacerle esto.
β Ahora es tarde para sentir remordimientos. β Dijo Franco. La ayudó a desnudarse. En los tres espejos del ascensor, los dos cuerpos desnudos se reflejaban, y se multiplicaban. Franco la abrazó por detrás. Estrujó sus tetas. Ella abrió las piernas y sintió el sexo del otro hundirse en ella. Observó su propia expresión en el espejo. Un rictus de goce perverso que se multiplicaba tanto en el tiempo como en el espacio, hasta el infinito.
Alquiler pagado en especies
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Llegó a su casa cansada. Había llevado a Lucas al jardín de infantes, y la directora le dijo que el nene se portaba mal, y le pegaba a sus compañeritos. Se fue a su cuarto, se tiró a ...