1. El mal clima.


    Fecha: 27/05/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ¿Cómo me va a dejar así Don Pedrito? –Preguntó papá y dijo– Ahí traigo la camionetita. Ahorita le ayudo a echar esas hierbas y nos vamos a tirarlas.
    
    -Sí, Don Pedrito -Interrumpió mamá. Quien bajó sus brazos. Se le olvidó su blusa. El señor veía los impresionantes pezones café oscuro, las enormes tetas que parecían colgar. El escote dejaba ver la mitad delas aureolas color café claro– Ahorita lo ayudamos y terminamos rápido. –Agregó mamá amablemente.
    
    -Ta gueno, Seño. -Contestó de buena manera el señor. Fue por unos guantes. El perro negro no se le despegaba.
    
    -¿Trae más pares de guantes? Porque acuérdese que se ofrecieron a ayudar- Gritó papá en tono de broma.
    
    -Sí traigo. Nomás un par ¿Pero apoco las a va a poner a trabajar?- Preguntó Don Pedrito.
    
    -Claro que sí - Contesté. Acomodando mi cachucha como asintiendo.
    
    -Pos si las mujeres somos más luchonas -Decía mamá moviendo sus lentes negros sobre su nariz en un gesto gracioso.
    
    -Tenga por habladora -Respondió papá dándole a mamá un par de guantes amarillos. Papá y yo no teníamos.
    
    Caminábamos en dirección al montón de hierbas siguiendo a mamá. Detrás de ella don Pedrito, luego yo y papá al final. Estoy segura de que el señor le veía a las piernas y chamorros a la nalgona de mamá. Sobre todo las nalgas, imposible no ver a la pompuda de mamá, con su pantalón tan transparente. Sólo al caminar sus nalgas se veían bajar y subir. Debajo de las presillas de su short se apreciaba un triángulo rojo y un hilito del ...
    ... mismo color que se perdía entre las pompis de mamá y eso que nada más estábamos dando unos pasos. El short negro se convertía en cachetero al estar metidito en mis sentaderas. Sentí una caricia en la nalga derecha.
    
    -Traías un insectito, hija -Explicó papá- Casi te pica la nalga.
    
    -Gracias –Le contesté viéndolo sobre mi hombro y dije- Imagínate. Si con estás no quepo ahora con la cola hinchada.
    
    -Ya sé, mija, ya sé -Respondió papá. Yo movía mis nalgas más y más. Sentía aquel short flojito como se me metía más y más entre las nalgas. Mis pezones estaban muy sensibles y duros.
    
    Nos detuvimos. Don Pedrito se hincó al nivel del perro negro que estaba a su lado. Ellos quedaron entre el montón de hierbas y nosotros tres. Explicaba su trabajo mientras acariciaba su perro. Mamá repentinamente caminó frente a nosotros, frente a don Pedrito y su perro y quedó dándonos la espalda. Se empinó, dejando su cerveza al lado. Sus rodillas estaban sobre la tierra junto con sus manos enfundadas en guantes amarillos. Miraba atentamente las hierbas, inspeccionando con sus lentes la maleza. El short celeste se restiraba y aquellas costuras de hilitos blancos se abrían poco a poco, exageradamente. Se podía percibir la raya que dividían las nalgas blancas de mamá, parecía que no traía ropa interior. Papá estaba ahí parado pero no le dijo nada, solo bebía más cerveza mientras el viejo veía a su esposa culona que estaba en cuatro. Don Pedrito explicaba a mamá, sin voltear a vernos a papá y a mí, ...
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