1. Y finalmente... ella y tu regalo (Segunda parte)


    Fecha: 11/06/2022, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    —¿Hugo? Pues si no está aquí, debe estar con Paco y con Luis. —Pero a Martha eso no le hizo gracia y torció su boca, o desconocía los nombres de los sobrinitos del Pato Donald. Después volteó su cabeza para mirar, colocando su mano sobre la frente a modo de visera, como oteando el lejano panorama.
    
    —Ahh, allí están, al fondo ¿Hugo bailando? Humm, pero que sorpresa. —Y ella se notaba aparte de sorprendida, algo mosqueada.
    
    —Bueno, pues vamos allá y les mostramos como es que se baila, porque déjame decirte que si es aquel, el que baila con la mechi colorada, tu marido, francamente merece estar sentado. —E inmediatamente Martha soltó una risotada y me tomó de la mano. No sin antes dejar mi bolsa de regalo, amparada al lado de un bolso negro con una hebilla dorada, que se me hizo un tanto familiar.
    
    —Rodrigo eres muy gracioso. ¡Y… Demasiado sincero! —Me dijo mientras alcanzábamos un espacio vacío para los dos, entre las personas que bailaban.
    
    — ¡Lo siento! Mi programación no me permite mentir. A veces caigo mal por decir las cosas así, sin anestesia. Un desperfecto más que no creo poder reparar. —Y me reí, mientras la tomaba con mi brazo rodeando su delgada cintura y con la otra, delicadamente la envolvía entre mis dedos.
    
    Martha me observó nerviosa al principio, pero una leve sonrisa mía, terminó por derrumbar sus temores y empezamos a girar, derecha, vuelta y risas; derecha, otra vuelta más y hacia la izquierda y…
    
    —… ¡Hugoo! Te presento a un amigo colombiano. —Le ...
    ... gritó Martha a su esposo, cuando nos lo encontramos de frente, el obviamente absorto en intentar seguir el paso de aquella joven mujer de cabello tinturado a la famosa moda Californiana. Las dichosas puntas del cabello decoloradas.
    
    El hombre me miró de arriba hasta abajo. Él muy pulcro y bien vestido, camisa blanca y bien alisada; y en los puños, doradas y gruesas mancuernas modeladas. Y de corbata azul, el nudo algo flojo del cuello, con rayas verticales de fina seda. Y yo pues sabia como iba de mojado, mi pantalón negro de paño algo ajado, mi camisa azul comprada en un bazar cercano a mi piso. Y arrugadas las mangas, desaliñada y descuidada como el alma mía, cuando los ojos de la acompañante se encontraron sorprendidos con los bien abiertos míos.
    
    —Es un gusto, mi nombre es Rodrigo, pero los amigos me llaman Rocky. —Le hablé subiendo el tono de mi voz grave, para que me escuchara mejor, ya que la música estaba un poco alta. Y de inmediato le extendí mi mano, soltando a Martha de la suya.
    
    El tal Hugo hizo una mueca, con tintes leves de disgusto y apretó bastante fuerte la mía, como demostrando su superioridad.
    
    —Mucho gusto, soy Hugo. —Me saludó. Y de inmediato me fijé en la mujer… ¿Mi mujer?
    
    —¡Ahhh! Rodrigo ella es Silvia, una amiga de Luis y bueno… También mía y al igual que tu es de Colombia. —Y sonrió Martha al hacer la presentación de « ¡la amiga! » que ellos no sabían que yo bien conocía.
    
    —La miré fijamente, le extendí también la mano y la saludé como ...
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