1. Suplencia en el Convento. Mi encuentro con la superiora (I)


    Fecha: 13/07/2022, Categorías: Hetero Autor: Alphy Estevens, Fuente: CuentoRelatos

    ... con mis manos le liberé sus dos hermosos senos de un viejo sostén que los sujetaban.
    
    Me fue difícil interpretar los sentimientos y los gestos de la monja. Por momentos gemía y se apretaba contra mi polla y en otros me empujaba en señal de rechazo diciéndome que la dejara ir. Lo que estaba claro y en lo único que era consistente la monja era en el pajazo que se estaba dando. Su mano nunca abandonó su coño humedecido.
    
    -No, por favor. Dios, no, no -Era la única frase que alcanzaba a decir.
    
    Tomé sus melones y comencé a lamerlos con frenesí. Los manoseaba y ensalivaba con lujuria. Los tenía preciosos. Sus pezones se irguieron amenazantes con ganas de saltar al vacío. Mi lengua jugueteaba con ellos y estos respondían con contracciones al ritmo de sus palpitaciones cardiacas. El jadeo de Sor Matilde era enervante. Su pelvis se arqueaba y aferraba sus dedos a mi polla con el temor de quien no quiere que se suelte.
    
    Seguidamente me subí encima de ella y le estampe un beso en su boca la cual abrió invitándome instintivamente a meter mi lengua. La madre era torpe pero diligente y cargada de fuego interior. Era una mujer caliente en una profesión helada. Contradicciones de la vida.
    
    Ya estaba fuera de sí. Igual yo. Retire todos los trapos de sor Matilde y aproveché un descanso de su mano sobre su concha y hundí mi lengua dentro de su intimidad olorosa a especias de la India. Olía rico la condenada monja. Cuando comencé a lamerle su coño y la posé sobre su almendra ...
    ... vibrante, la exquisita monja me clavó sus uñas sobre mi espalda. Sus resuellos aumentaron y su respiración se hizo peligrosamente anormal. Mi polla no aguanto más.
    
    -La voy a crucificar, madre. Con esta espada voy a liberar todos sus pecados -le dije al oído.
    
    -Sí, si, libéreme, por favor. Conviértase en mi redentor. Empáleme con esa espada pero tenga mucho cuidado que yo nunca he sido exculpada de esta manera. Métamela, se lo imploro.
    
    Aquella petición fue más que excitante. Le abrí las piernas y acerque mi garrote y lo frotaba lentamente por su hendidura ya súper mojada. Ella se movía desenfrenada pero consciente de que aquel juego era solo el principio de su expiación. Me mordía el cuello, mis lóbulos, las tetillas.
    
    -No aguanto más. Proceda a crucificarme, por favor. No alargue más mi agonía -Me imploró.
    
    -Claro, mi querida madre. Prepárese que voy con todo.
    
    -Se lo agradezco mijo, métame esa espada afilada en mi virginidad que yo aguantaré con el estoicismo que me dan mis creencias -agregó fuera de si.
    
    Puse mii miembro a punto de explotar en la entrada de su concha y lentamente la fui introduciendo hasta que me clavó sus uñas, está vez con más fuerzas, y exclamó:
    
    -Hasta ahí, por favor, hasta ahí. ¡Me va a matar usted!
    
    -Disculpe, madre, no fue mi intención. Hasta ahí se la meto, no se preocupe.
    
    El espectacular cuerpo de la monja, aguantaba con decisión mis embestidas.
    
    Retiré mi polla y voltee a sor Matilde, colocándola encima de mí. Profería cualquier ...
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