1. Dulce y amarga amistad (11)


    Fecha: 10/06/2018, Categorías: Gays Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... nada que me comprometa. -Le miré con un poco de pena, él no sabía con quien jugaba esa partida.
    
    -Tu verás, las cámaras son tuyas, el ordenanza te ha visto cuando fuiste a colocarlas, seguramente habrás quedado registrado en las cámaras de seguridad del edificio, el resto puedes adivinarlo, tu eres un profesional en seguridad y sabes como se procede.
    
    Esperaba de él que hubiera sido más listo para prever las consecuencias del acto, no ilegal pero si comprometido que cometió, pero bueno, a todos se nos escapa algún cabo y detalle, no somos perfectos. Se quedó un momento mordiendo con fuerza los dientes, le notaba la tirantez en la mandíbula y no adivinaba su reacción.
    
    -De acuerdo tu ganas, te llamaré para entregarte lo que quieres y quedar para retirar las cámaras. -Sabía que era inteligente y reaccionó como era de esperar de él.
    
    Necesitaba con urgencia esas fotos para poder hablar con mi tío y finalizar de una vez con esta historia, me sentía agotado, exhausto y con la cabeza para explotar. No estaba orgulloso de lo que había hecho, en su lugar los remordimientos me abrumaban, pero ya no había marcha atrás.
    
    J. C. me entregó, ¡al fin!, lo ...
    ... que tanto esperaba, dos sobres conteniendo las fotografías y un DVD con todos los registros grabados por las cámaras, pasamos por el estudio, e igual que hizo la instalación, retiró las cámaras y el material que le comprometía. En la calle nos despedimos.
    
    -Espero no volvernos a ver nunca más. -Me espetó, esperaba que fuera más elegante y comedido al despedirse.
    
    -¿Sabes una cosa Juan Carlos? Tienes unos niños preciosos, encantadores, búscales una nueva mamá para que les atienda cuando te visitan. -No me respondía y caminó hacia su furgón, cuando abrió la puerta se volvió y me elevó el dedo pulgar de la mano.
    
    -Jesús, ¡dale duro a ese cabrón! -Parece que alguna parte de mi historia había calado en él. Nos sonreímos y arrancó la furgoneta, le seguí con la mirada a lo largo de la calle hasta que desapareció.
    
    Era una buena persona que un día tropezó con un joven de mente retorcida.
    
    Acaricié los sobres, bien guardados en el bolsillo de mi chaqueta, y caminé hacia mi casa, ese día no me importó andar y mirar la belleza de las calles, y aturdirme con el bullicio de la gente, perdido entre ellos como una hormiguita más.
    
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    Sigue… 
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