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Mi madre y el macarra
Fecha: 06/08/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... trabajar en la mañana con herramientas prestadas. Comenzó a servir los platos y me sorprendió que sirviera un tercer plato, ya que mi padre llega hasta media tarde. - Es para Francisco – dijo en respuesta a mis miradas interrogantes. Luego fue a hablarle para que viniera a acompañarnos. No me gustaba mucho la idea de comer junto con él. Había sido mi amigo, pero luego fue a parar a un reformatorio por asaltar a mano armada. Tampoco me agradaba la idea de darle entrada en casa. Aunque mi madre estaba todo el día, la casa era grande y podríamos tardar días en notar la ausencia de algo. Los pasos de mi madre y mi amigo me sacaron de mis pensamientos. - Muchas gracias, Verónica. No era necesario. - No es molestia Francisco. Anda, necesitas comer algo para que quede bien la casa. Él vestía botas, pantalones y una camisa de tirantes, sucio de la obra. La camisa dejaba ver unos brazos bastante musculados, como los que siempre he querido tener yo. Se sentó en la silla que normalmente ocupa mi padre y comenzó a comer. El ambiente estaba algo tenso. No sabía de qué hablar y mi madre tampoco. Francisco comía rápido, pero decentemente. Me sentí sorprendido. Tal vez en algún lugar de mi cabeza tengo el prejuicio de que cualquiera que haya tenido problemas con la justicia tiene que ser un salvaje en todos los aspectos. - Te lo agradezco, Verónica. Ha estado delicioso. - Me alegro de que te haya gustado. ¿Gustas otro plato? - No, estoy bien, gracias. – ...
... respondió el cortésmente. – Me regreso a trabajar. - Descansa un poco, que te va a caer de peso la comida. Francisco se negó y regresó al baño. Aquello me alegró, al fin podía comer tranquilo. Terminé de comer y me encerré en mi habitación. Ese fue el primer día con Francisco en casa. Ojalá le hubiéramos botado entonces. El martes comió con nosotros nuevamente, y también el miércoles. Lentamente dejó de estar callado como una tumba y cada día estaba un poco más de tiempo haciendo sobremesa. Animaba bastante la comida contando anécdotas de lo que le había pasado. No le daba vergüenza hablar sobre su tiempo en prisión. Mi madre le escuchaba encandilada. A mí me estaban empezando a gustar sus historias, muy a mi pesar. La semana siguió normal, con Francisco cada vez más cercano a nosotros. Noté que él y mi madre se llevaban muy bien. Tal vez a ella le daba gusto volver a convivir con a alguien que había considerado cercano. Aunque luego esa persona hubiera ido a la cárcel por asaltar. Supongo que seguía viéndolo como el niño descuidado que venía a comer. Pero yo me daba cuenta de que él ya no era un niño. Había visto como miraba a mi madre cuando creía que no había nadie más en la habitación. Era evidente que se sentía atraído por ella. Bastaba con ver el rostro que ponía cuando mamá se inclinaba a recoger algo o cuando la saludaba y podía apreciar su escote desde su elevada altura. Los dos se entendían muy bien y mamá no dudaba en llevarle cualquier cosa que le ...