El regalo: Un antes y un después (Vigésima sexta parte)
Fecha: 11/08/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... balcón pero me tropecé con los pies de mi esposa y terminé de medio lado entre un costado del sofá y las puertas del balcón.
—¿Te lastimaste Rodrigo? —Me preguntó angustiada, pero sin responderle, yo solo moví mi brazo y apoyándome en el piso, me pude poner en pie y ya en el balcón, tomé un cigarrillo de los tres que me quedaban y lo encendí, respirando muy profundo antes de aspirar el tabaco. Y desde allí sin saber si hablaba muy fuerte o no por el estado de embriaguez que aún me dominaba, continúe con mi discurso de una propuesta y un posible adiós.
—Te amo mucho, demasiado y te fallé. Pero también es cierto que no estaré en paz contigo, si prosigo a tu lado dudando día sí y día no, pensando en si lo hiciste o sino nada sucedió. Estar detrás de ti, dudar de ti y de tu amor por mí, no me hace bien. Por eso creo que lo mejor es enfrentar mis demonios y dejar que lo que tenga que suceder, acontezca ya. Quiero que te acuestes con tu jefe y acabes con esta tortura de una puta vez. —Y mi mujer no salía de su asombro, aunque en su rostro persistía la desilusión que le causé.
—Pero mi vida, solo te pido algo, antes de que decidas…
—A ver… ¿Ahora con que estúpida propuesta me va a salir el señor? —Me interpeló.
—Tu jefe no debe saber nada de mí, ni mi nombre y menos enterarse que lo sé todo. Quiero permanecer en el anonimato, casi como un fantasma; ser un desconocido para él, como lo hemos sido tú y yo, ante todo esto que nos está pasando. Preferiré que me veas ...
... con una cara diferente, honestamente sabiendo que ya nos somos propiedad privada. Te seguiré amando con mi vida claro que sí, pero mi amor, ya no seremos los mismos, aunque sigamos deseando nunca haber dejado atrás, los años pasados en completa fidelidad. —Y Silvia se acercó por fin a mí, pero no para tocarme o abrazarme, solo para retirar de mis dedos el poco cigarrillo que permanecía en espera de arder… Y fumó.
—Y cuando regreses a casa, por favor Silvia… No me beses cuando llegues. Mantente lejos y esquiva mi mirada si por descuido, mis ojos te buscan entre lágrimas. No me mires ni me hables, solo bórrate las huellas de sus manos en tu piel bajo la ducha con abundante agua y jabón. Perfúmate luego con aquel «Opium» que te regalé hace años y que insistes en no usarlo con frecuencia, por tu miedo a que se agote y por su costo, no te lo pueda volver a comprar. Pero es que yo no quiero oliscar de nuevo, el aroma suyo impregnado en tu piel. —Y volvieron las lágrimas a nuestros ojos, sí. ¡Al café triste de los suyos y al marrón sin brillo de los míos!
—Después de eso mi vida, permíteme muchos instantes a solas y no te aflijas por eso ni tampoco presiones para que tengamos sexo. Solo abrázame en la noche antes de dormir y dándome la espalda, dime cuánto me amas pero sin hablar, solo con la presión en mi mano de tus dedos, entrelazados con los míos, bríndame esa seguridad de saber que habiendo sido de otros, regresamos a nuestro hogar y así ya tan juntos, más conscientes de ...