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El profesor de natación
Fecha: 25/08/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... dijo: “¿Y como sé que no eres simplemente un mirón con ganas de cascársela viéndonos follar?”. Yo le devolví la mirada y manteniendo la tranquilidad le dije: “¿Acaso sabría tantas cosas de ella si fuera un simple mirón?”. Cuando salí del gimnasio la cabeza me palpitaba dolorosamente y casi no sentía las piernas. A duras penas llegué al coche y me quedé un buen rato en su interior sin moverme, llorando. Cuando volví al club era casi la hora de cerrar. Me dirigí a los vestidores sin mirar a nadie, intentando pasar desapercibido. Esperaba que Natalia aún no hubiese llegado. Saqué la cámara de la bolsa y guardé la bolsa en la taquilla. Esperé que el utillero no estuviese en la caseta y me colé en la sala de masajes por la puerta de atrás. Esa parte de la sala se utilizaba para guardar las corcheras de la piscina y algunas piezas de aparatos del gimnasio. Tenía preparada una excusa por si aparecía alguien por allí mientras yo esperaba. Escogí mi posición junto al borde de la cortina negra que separaba ambos lados de la sala. Para hacerlo tuve en cuenta la visibilidad que tendría yo y la que tendrían ellos de mí y comprobé que sería muy difícil que me viesen puesto que la oscuridad me escondería. Estuve allí esperando lo que me pareció una eternidad. No había ningún sitio para sentarse y tampoco quería alejarme por miedo a hacer ruido si aparecía y tenía que moverme para recuperar la posición. Así que allí estuve un largo rato cargando mi peso ahora en un pie ahora en el ...
... otro mientras le daba vueltas sin parar a la locura que había incitado. Pensé que quizá algo no había salido bien y aún había tiempo de tirarse atrás. Toni me había llamado al móvil a mediodía para confirmarme que había quedado con Natalia a la hora esperada, pero desde entonces no había vuelto a hablar con él y quizá hubiese surgido algún imprevisto. Cuando me pareció que llevaba una hora esperando resolví darles sesenta segundos más y después marchar. Empecé a contar los segundos en forma de inspiraciones y cuando ya llevaba cuarenta oí voces que se acercaban a la puerta. Entonces dejé de respirar. Toni abrió la puerta y dejó pasar a Natalia caballerosamente. Ella entró curiosa, mirando a todos lados. A su derecha había un pequeño armario blanco con cristalera, que dejaba ver unos estantes llenos de botellas de alcohol, agua oxigenada, aceite de masaje, algodón, vendas, esparadrapo,... A la izquierda, dos sillas estaban apoyadas contra la pared en la pared en la que habían colgadas tres láminas con dibujos del esqueleto y la musculatura humanos. Al fondo la cortina negra tras la cual me encontraba yo, pero Natalia apenas dedicó atención a la cortina y su vista se dirigió a la camilla de masaje que ocupaba el centro de la habitación. Era una típica camilla forrada de falso cuero negro, con un rollo de papel en uno de los extremos para cubrir el cuero y un agujero para la cara. Natalia se volvió hacia Toni que esperaba con la puerta abierta. "Vuelvo en diez minutos.", le ...