Coqueteando con el empleado de mi esposo
Fecha: 29/08/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... nivel que ni yo misma entendía. Solo sabía que estaba deseando a ese hombre en ese momento.
Fue entonces cuando cambio su forma de besarme. Bajo su mano hacia mi culo y apretó una nalga con fuerza mientras que mordía suavemente mi labio inferior. El repentino mordisco y su mano apretando con fuerza mis nalgas me hizo soltar un gemido automático. Su mano libre fue subiendo lentamente a través de mi espalda hasta posarse muy cerca de mi seno y, nuevamente, volvió a morder mi labio inferior y a succionarlo mientras que apretaba esta vez no solo mi culo sino también mis tetas por debajo de la blusa.
Yo me sentía fuera de sí, su aliento cálido en mi boca, sus labios mordiendo y besando los míos y sus grandes manos, una en mis senos y la otra en mi trasero, tomándolos con fuerza y decisión. Todo esto me estaba llevando a la gloria y no había pasado ni dos minutos desde que había tomado la decisión de cerrar esa puerta y jugarme la última carta.
Sin lugar a dudas ahora estaba un poco más decidido, supongo que sabiéndose vencedor, estaba siendo más agresivo al momento de besarme y tocarme, ya que no tardo en rápidamente darme vuelta y recostarme a la puerta que hace minutos yo había cerrado. Besaba mi cuello y yo se lo facilitaba mientras con sus dos manos aprisionaba mis senos con fuerza por debajo de la blusa. Yo pegaba mis nalgas e él buscando su entrepierna y el pegaba su duro bulto en mi cola. Fue el primer momento en el que sentí su pene. Estaba escondido detrás del ...
... pantalón y aun así se podía sentir como palpitaba. Yo me pegaba más a él con movimientos provocativos, tomaba y apretaba sus manos mientras el apretaba mis senos, ladeaba mi cabeza para permitirle el acceso a mi cuello, subía mis manos y acariciaba sus cabellos mientras este mordisqueaba mis orejas y tocaba mí entrepierna por encima del pantalón. Sentir claramente su bulto restregarse descaradamente a mi colita y sus manos tocando mi cuerpo en ese almacén sabiendo que mi esposo estaba allí afuera me tenía en frenesí.
Me di vuelta y lo mire con cara de hembra en celo. Lo quería en ese momento y cada expresión de mi rostro lo corroboraba. Le mordí el labio y, lenta pero segura, me arrodille ante él mientras no dejaba de mirarle a los ojos. Su cara era un poema, quizá porque la mía no era muy diferente.
Rápidamente desabrocho su pantalón y en menos de un segundo ya tenía su polla a pocos centímetros de mi cara. Era una polla de unos 18 centímetros, gruesa, con venas marcadas que la hacían ver muy atractiva. Tenía huevos enormes que le colgaban y algo de vello alrededor de sus bolas, encima de la polla y en las piernas. El olor a hombre que desprendía me embriagaba.
Sin pensarlo mucho me situé debajo de su polla y comencé a lamerle desde la base hasta la punta del pene. Iba pasando lentamente mi lengua sobre su cálido miembro mientras que a su vez podía sentir la virilidad, la fuerza y la dureza de su pene estoico encima de mi cara. Creo que tanto él como yo necesitábamos ...