Cuckold (2): La mujer de un amigo
Fecha: 03/09/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... poco inclinada. Su poderoso culo quedó ante nuestros ojos nuevamente. Me puse de pie. Los otros me imitaron enseguida. Nos acercamos a ella. Vanesa largó una risita nerviosa. Probablemente quería repetir que ninguno podía cogérsela. Pero debió callar debido a la prenda. De todas formas, yo le había prometido que iba a respetar esa imposición, y realmente no tenía intención de romperla.
Acerqué mi rostro a su cuello, y sentí su delicioso olor. Vanesa rió. Probablemente el aire que había largado de mi nariz le hizo cosquillas. Nuestros labios quedaron muy cerca. Le di un beso, pero ella lo esquivó.
—No dijiste nada de que no podíamos besarte. —Agregué.
Ella hizo un gesto que no alcancé a entender. Miró hacia la pared, sin hacerme el menor caso. Estaba quieta, y muda. Entonces recordé que si me besaba, no estaría cumpliendo con la prenda a rajatabla. Vanesa debía quedarse quieta como una estatua. Debía estar inmóvil durante diez minutos, sin hacer ni decir nada.
Entonces mi mano fue a su destino obvio. Primero rocé apenas sus nalgas. Deslicé el dedo por la costura que dividía los glúteos.
—No podés decir nada —le recordé—. No podés moverte.
Luego palpé, ya con más vehemencia, ese hermoso culo. Vanesa cumplía fielmente con su prenda. No emitía sonido, y no se movía un solo centímetro mientras yo la manoseaba. Los muchachos se sumaron, y entre los tres masajeamos su orto, alternándolos con sus pequeños y ricos pechos. En un momento le pellizqué una nalga, ...
... con violencia, esperando que emita algún quejido. Pero ella no hizo nada. Seguí pellizcándola. Era tan maciza, que apenas se arrugaba cuando mis dedos se cerraban en ella.
Quique se bajó el pantalón. Fue la primera vez que le veía la pija. Era igual que él, delgada pero cabezona. Pedro lo imitó, y luego frotó su tronco sobre la tremenda cola de Vanesa.
Yo hice lo propio. “Si quieren acabar, van a tener que usar la imaginación”, había dicho Vanesa. Y eso estaba haciendo yo. Y no había elegido esa prenda sólo para que podamos acabar. También le estaba haciendo un favor a ella. No era bueno calentar tanto a un hombre, y dejarlo con la leche adentro, como había hecho con Pedro. Ella lo había dicho en broma, pero estar a solas con tres hombres bastante tomados, e histeriquear de esa manera, podía ser peligroso. Yo mismo estaba dudando de si podría seguir aguantando sin agarrarla de prepo y cogérmela ahí nomás, sobre la mesa.
De repente, los tres nos estábamos masturbando a apenas unos centímetros de ella. Cada tanto le dábamos fuertes nalgadas. Pero ya no la acariciábamos, porque en cualquier momento alguno iba a acabar, y sería muy desagradable que el semen vaya a parar a las manos de un amigo.
El primero en llegar a su límite fue Pedro. Era obvio, ya que había quedado demasiado caliente después de que Vanesa frotara su culo en él.
Los chorros de semen salieron disparados hacia el pantalón. Los otros dos lo imitamos. Queríamos ver ese culo bañado con nuestra ...