Cuckold (2): La mujer de un amigo
Fecha: 03/09/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... cosas, pero nunca abandono un juego —dijo Pedro.
—¡Así se habla! —festejó Vanesa.
Pedro se quitó la camisa, las zapatillas y el pantalón. Quedó sólo con un desgastado bóxer gris y las medias.
—Qué sexy —bromeó Quique.
Pedro se alejó unos pasos y caminó, cagándose de risa, de una punta a otra del comedor. Tenía la pansa bastante hinchada y los pechos caídos. El torso lleno de pelo oscuro mezclado con canas.
Vanesa aplaudió.
—¡Muy bien! ¡Qué valiente! —dijo.
Pedro se vistió y volvió a la mesa con una sonrisa que reflejaba una vergüenza que llegó muy tarde.
Pensé en decir que la cosa se estaba pasando del límite, pero sabía que ninguno de los tres estaría de acuerdo. Todavía estaba a tiempo de volver a mi casa antes de que todo se fuera a la mierda. Pero por otro lado, la situación me parecía tan surreal, que necesitaba ver con mis propios ojos hasta dónde llegaría todo.
Jugamos un par de rondas más. Mi corazón se aliviaba cuando el comodín no caía frente a Vanesa, y se aceleraba cuando le tocaba a ella tirar las cartas. La siguiente vez que lo hizo me tocó a mí el comodín. Elegí, sin dudarlo, verdad. Jamás entraría en sus jueguitos.
—Cuántas veces te masturbás a la semana —preguntó, fiel a su postura de llevar todo al plano sexual.
Hubiese sido muy tonto mentir y decir que ya no me masturbo. Me pareció que lo mejor era tomar la cosa con naturalidad.
—Tres veces más o menos —dije con seriedad.
—Mirenlo al Basualdo, ahorcando al ganso a ...
... esta edad de su vida. —dijo Pedro.
—Callate boludo, ¿me vas a decir que vos no te pajeás? —le contesté.
—Todo el mundo se masturba —acotó Vanesa.
—¿Vos también? —aprovechó para preguntar Pedro.
—A buen entendedor pocas palabras —dijo ella.
Después de unas rondas, cuando me tocó repartir a mí, el comodín cayó de nuevo frente a ella.
—Verdad —dijo, intuyendo quizá, que si elegía consecuencia no la pondría a hacer ninguna prenda divertida.
—¿Va a venir Martín? —fue mi pregunta.
—No —respondió.
El silencio cortó como un cuchillo el ambiente.
—¿Y dónde está?
—No sé, ni me interesa. Además, sólo podías hacerme una pregunta.
El juego siguió, a pesar de que la última respuesta de Vanesa nos había dejado a todos pensativos. Pedro y Quique se miraban, como si estuviesen transmitiéndose sus pensamientos, dejándome completamente de lado.
Cuando le tocó tirar las cartas a Quique, el comodín cayó de nuevo en Vanesa.
La tensión aumentó aún más. Vanesa tardó, creo que a propósito, en responder.
—Consecuencia —dijo, y luego, como suplicando, agregó—: Por favor no seas malo.
Era obvio que no le importaba la prenda que Quique le iba a imponer. Sino, simplemente hubiese elegido Verdad, y asunto terminado.
Supongo que Quique también lo entendió así, porque dijo:
—Tenés que hacer la misma prenda que le hiciste hacer a Pedro. —Y por si no se había entendido agregó—: quítate la ropa y desfilá para nosotros.
Pensé en decir que no tenía por qué ...