1. Cuckold (2): La mujer de un amigo


    Fecha: 03/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... hacer eso, pero era obvio que la cosa estaba yendo hacia donde ella quería que vaya. Lo que no me quedaba claro era si sólo pretendía seguir con ese juego morboso, o si se animaría a ir más allá.
    
    Quique no había agregado el detalle de que podría quedarse con la ropa interior puesta, lo que me hizo sentir mucha expectativa de lo que haría ella.
    
    Vanesa se puso de pie, y se alejó unos pasos, quedando casi pegada a la pared. Se quitó la blusa, sin mirarnos. No lo hacía de manera sensual, sino, como si fuese un simple trámite. Quedamos boquiabiertos viendo el hermoso corpiño de encaje blanco. Sus tetas no eran muy grandes, pero sí muy firmes. Su piel blanca. Los tres quedamos idiotizados, mirándola. Luego se desabrochó el cinto, y acto seguido, hizo lo mismo con el botón de su pantalón. Bajó el cierre. Cerró sus manos en el pasacinto, y se bajó el pantalón, con cierta dificultad, ya que estaba muy ajustado. Luego, ayudándose con los talones, se deshizo de la prenda, dejándola en el piso.
    
    Nos miró, y esta vez no se la veía divertida. Había cierta tristeza en su semblante.
    
    Caminó, despacio, hasta el final del comedor, meneando las caderas. Llevaba una tanga que hacía juego con el corpiño. La diminuta tela de su parte trasera, estaba perdida entre sus voluptuosas nalgas, dando la sensación de que estaba completamente desnuda. Al volver, vi la pequeña tela que cubría la parte delantera. Ningún vello sobresalía de ella, a pesar de que era un triángulo muy pequeño. Se ...
    ... notaba que se había depilado.
    
    —¿Contentos? —preguntó, vistiéndose de nuevo.— La próxima vez me vengaré, no lo duden.
    
    La cosa se había puesto muy bizarra, pero supongo que todos pensábamos que ya que habíamos llegado a ese punto, no tenía sentido dar marcha atrás.
    
    Vanesa tiró las cartas, y me tocó el comodín a mí.
    
    —¿Te gustaría cogerme? —me preguntó, después de que elegí verdad, como siempre. Había temido que se aferre a la regla que decía que después de elegir dos veces verdad, estaba obligado a una prenda, pero supongo que le daba mucho morbo hacerme esa pregunta, y por eso lo omitió.
    
    —Claro —contesté. No tenía sentido mentir.
    
    —Desde ya les aviso que ninguno de los tres va a meter su pija adentro mío. Aunque me lo pongan como prenda, no lo voy a hacer. Y recuerden, ¡no es no!
    
    No pude evitar decepcionarme. ¿Qué sentido tenía ese juego si no íbamos a cogernos a Vanesa? Ya de por sí era una vil traición lo que estábamos haciendo, y para colmo, no íbamos a sacar ningún provecho de eso.
    
    Pero a pesar de esa mala noticia, seguimos jugando. Pedro y Quique no parecieron haber oído el comentario de Vanesa, o quizá no les importaba. Las botellas de cerveza se seguían vaciando. Tuve que ir al baño varias veces para mear. Como siempre, todo lo que ocurría cuando no tiraba las cartas Vanesa, o cuando no le tocaba el comodín, no era más que un mero relleno, que servía para aumentar la tensión en el ambiente.
    
    Cuando ella agarraba el mazo, sentía cómo las gotitas de ...
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