Abre los ojos y mira como se corre tu hija, papi
Fecha: 04/09/2022,
Categorías:
Incesto
Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos
... saliendo aguadilla que bajaba hasta los huevos. El silencio era casi insoportable, y cuando el silencio dio paso al chapoteo de los dedos dentro del coño y a los gemidos, Vicente tuvo que cerrar los ojos. Rosal, le dijo:
-Abre los ojos y mira cómo se corre tu hija, papi.
Vicente abrió los ojos y vio cómo se le iban cerrando los ojos a su hija. Sus dedos chapoteaban en el coño, luego sintió cómo si se estuvieran zambullendo en un vaso lleno de agua. Vio cómo comenzaba a temblar y oyó cómo decía:
-¡Me corro!
Al acabar fe correrse chupó los dedos pringados de jugos, y le dijo:
-Coge una zapatilla debajo de mi cama y dámela -la cogió y se la dio-. Échate sobre mis rodillas.
Vicente se echó sobre las rodillas de su hija y le cayeron cuatro zapatillazos.
-¿Por qué me espiabas?
-Necesidad.
-¡Plas, plas!
-Hiciste que acabara masturbándome pensando en ti. ¿Te parece bonito?
Vicente, que se iba a correr en cualquier momento, echó el alma a la espalda y le dijo:
-Bonita eres tú.
-¡Plas, plas, plas!
-¡A mí no se me compra con halagos ni se me vende como si fuera una mercancía!
-Sabes qué...
-Calla.
-Es que...
-¡Plas, plas!
-¡Qué te calles, caraaajo!
Vicente ...
... se calló la boca. Tenía el culo a arder y la polla a punto de explotar. Esperó a que siguiera llamándole la atención, pero no iba a hacerlo, le echó una mano a la polla tiesa, mojó el dedo medio de la mano izquierda en la lengua, se lo metió en el culo, y se lo folló con él al tiempo que con la mano derecha ordeñaba su polla cómo si fuera el pezón de una vaca, o sea, lo ordeñó tirando de la polla hacia abajo hasta que la leche salió a presión. Vicente se corrió cómo un tiro, dejó un charco de leche en el piso de baldosas.
Al acabar, le dijo:
-¿Ya puedo irme?
-¡Y una mierda! Cómeme el coño.
Rosal se echó sobre la cama. Vicente metió todo el coño de su hija en la boca y comenzó a lamerlo como si fuese un pastel de crema... Al rato Rosal estaba a punto de correrse, movió la pelvis de abajo a arriba y su gran culo alrededor, y le preguntó:
-¿La quieres, papá?
-Sí, dámela.
-¡Tomaaa!
Rosal estremeciéndose y jadeando, se corrió en la boca de su padre. Vicente, después de tragarse aquella delicia de corrida, le dijo:
-Ahora me voy, tengo que pegar unos tiros.
-No los mates, papi.
-¿Por qué no?
-Por qué si lo haces acabas en la cárcel y no podré seguir humillándote.
Quique.