El celular de Alexia (Cap. 1): El visitante nocturno
Fecha: 10/09/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... había sugerido comenzar a hacer algo diferente en la cama: ¿No éramos demasiado jóvenes para empezar a recurrir a estas cosas? Si seguíamos así ¿Qué nos esperaba cuando tuviésemos cuarenta años? ¿Qué deberíamos hacer para seguir sintiéndonos excitados con el otro? La respuesta me daba miedo.
Hasta hacía no mucho tiempo hacíamos el amor casi todos los días. Pero de a poco, casi sin que nos diéramos cuenta, el espacio entre un encuentro sexual y otro se fue agrandando. Aún lo hacíamos dos veces por semana mas o menos, pero si seguíamos así, pasaría lo que sucede en muchas parejas conocidas: el sexo sería una situación excepcional.
Escuchaba el agua de la ducha caer sobre el cuerpo de Alexia. Hasta hacía dos o tres años, esa ducha sería una invitación para que yo entre a jugar con su cuerpo mojado. Pero la última vez que lo hice me pidió que por favor me fuera porque no tenía ganas de hacerlo, y desde ahí que me cuesta mucho tomar la iniciativa.
La llama de la pasión no se estaba apagando, pero no era ni la mitad de abrasadora de lo que era antes, y eso me asustaba.
Un zumbido me sacó de mi ensimismamiento. Seguí el sonido, el cual se escuchó tres veces. Debajo de la almohada estaba el celular de alexia ¿quién le escribía a las dos de la madrugada?
El celular no estaba bloqueado. Si quisiera leer el mensaje podría hacerlo sin problemas. Sin embargo, nosotros no éramos así. Solíamos contestar los llamados y los mensajes del otro, pero siempre con previo permiso ...
... del otro. Los celulares siempre estaban a la vista y nunca encontré a Alexia enviando un mensaje a mis espaldas, ni yo me sentí en la necesidad de hacerlo. Una de las cosas que nos enorgullecía como pareja era la confianza que depositábamos en el otro. Hasta veíamos con lástima a los amigos que teníamos en común, que fisgoneaban en la privacidad de sus parejas, con la excusa de que, si el otro no tuviese nada que ocultar, no era necesario que los celulares fueran de uso privado.
Así que ni se me cruzó por la cabeza leer el mensaje. Es más, ni siquiera me molesté en ver quién se lo había enviado. No obstante, me quedó la duda.
Alexia salió del baño, con el cuerpo húmedo envuelto en una toalla que apenas le cubría sus partes íntimas.
— Qué sexy, bebé —dije.
De su cabello mojado caían algunas gotas que se deslizaban por el cuello de cisne de mi mujer. Me sentí excitado de nuevo. Hice a un lado el cubrecama y mostré mi semierección.
— Todavía querés guerra —ronroneó Alexia—. Está bien, te voy a hacer el favor para que duermas como un bebito.
Sin despojarse de la toalla, seguramente sabiendo que me encantaba cómo le quedaba alrededor de su cuerpo desnudo, gateó sobre la cama y fue al encuentro de mi miembro. Lo agarró con delicadeza, apenas con dos dedos. Una de las cosas que más me calentaban desde la primera vez que tuvimos relaciones, es ver su hermoso rostro, con una sonrisa juguetona, a apenas unos centímetros de mi verga.
Alexia movió mi miembro como si ...