1. El palacete del Mekong


    Fecha: 13/10/2022, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... lados de la mía. Mis senos cuelgan desnudos sobre el escote y el gemelo de mi derecha amasa la carne trémula de una teta, la más cercana a él, pasando la palma de la mano por el pezón que reacciona al instante.
    
    Una bandada de pájaros vuela a resguardarse para pasar la noche y el cielo comienza a estar salpicado con la luz de las primeras estrellas. Se oyen los primeros cantos de insectos nocturnos mientras poso mi mano izquierda sobre la bragueta del otro gemelo, el que no me toca las tetas. Chong Duy se ha levantado y se ha servido del carrito de bebidas, se ha puesto un whisky escocés con hielo, se ha vuelto a sentar y mira. Contempla como los gemelos me flanquean, contempla mi mano tomar las proporciones del pene bajo la bragueta. Yo no miro a los gemelos, miro al señor Chong. Él es el que paga y sé que actúo como en una función, para él.
    
    El gemido de una mujer recibiendo atenciones sexuales representa la certidumbre para el ego del varón. Certidumbre de su hombría, de su arte amatorio. Cuando el gemelo de mi teta derecha utiliza su mano para palparme bajo la falda y por encima de la media gimo. Gimo mirando fijamente a Chong. Entornando mis ojos por el placer. El placer no es fingido. Me gusta la forma en que me soba y disfruto del bulto bajo la bragueta del otro. Pero si es fingida la exageración en el gemir. Me muerdo el labio.
    
    Pienso que en el tremendo bochorno y frustración que sentiría mamá si me viese así. Su niña, su Mar, su pequeña en Vietnam ...
    ... descorriendo la cremallera del pantalón y sacando la verga del acompañante de mi izquierda. Me incorporo, me pongo de pie y agacho mi torso hasta lamer la cabeza del pene descubierto. El otro gemelo se levanta de su silla, el que me pellizcaba los pezones y remanga el vestido dejándolo recogido en mi cintura. Mis piernas estiradas y mi torso doblado dejan la media más fina y trasparente. Se adivina todo mi culo. El señor Chong le da un buen sorbo a su whisky escocés y deja el vaso sobre la mesa para venir hasta nosotros. Me azota el trasero sobre la media. Mientras yo siento sus manos pasear mis nalgas y mi sexo, abro las piernas, sin dejar de lamer y sorber sonoramente la polla de mi gemelo sentado.
    
    Sé que en el fondo, mamá siempre ha sabido que yo sería prostituta. Mi forma de mirar a los hombres, mi descaro. Soy el polo opuesto a ella. Pero la situación en casa no es económicamente saludable y mamá sabe que Mar acabará suponiendo un respiro. De alguna manera intuye que yo saciaré su hambre de estabilidad, de seguridad en la que seguir desarrollando su monótona existencia, con papá follándola ruidosamente en cualquier rincón de la casa.
    
    Me bajan las medias como yo las bajé antes. No sé cuál de los dos hombres que tengo detrás se agacha y me come el coñito, perfumado con esencia de jazmín y dama de noche, pero al meter su lengua entre los labios noto en mis carnes rosadas el ardor del whiskey del señor Chong. Y entonces dejo de comer verga un segundo para gemir para él. Para ...