Todo puede ocurrir si bajas las escaleras sin bragas
Fecha: 15/10/2022,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos
... sin hacerme daño y como yo me comporté como una boba sin saber que decir, ni cómo moverme desde entonces, le miraba, me tropezaba y él reía, que vergüenza empecé a pasar con todas mis compañeras mirándome y mofándose de mí, aunque luego en la intimidad del vestuario me preguntaban y pensaban que había sido un flechazo.
Intentaba ir a la misma hora que él, siempre después del trabajo a última hora, nos saludábamos y hasta hablábamos a veces de cosas banales, la verdad que se había fijado en mí, pero no sabía que trabajaba para él, era uno de esos guapos despistados, uno de esos guapos que te quedas mirando su cuerpo, como lo va trabajando, sus bíceps, sus pectorales, en ocasiones se levantaba la camiseta para limpiarse el sudor de la frente y dejaba ver lo que había debajo de ella, unos abdominales realmente deliciosos, estaba empezando a sentirme muy atraída por él a pesar de la diferencia de edad y que por otro lado yo nunca le había dado importancia y a pesar de los 16 años que me sacaba yo estaba cómoda, sabía que casi me doblaba la edad, pero cosas peores se habían visto.
Pero realmente mi historia comenzó un día a la hora de comer, por regla general Ángel entre reuniones y comidas de negocios no solía comer allí, era un sitio más de batalla, pero siempre que estaba solo le gustaba ir con sus periódicos y como él decía no perderse ni olvidar sus comienzos, cuando no era nadie y también comía en ese tipo de restaurantes. Aquel primer día yo bajaba por las escaleras, ...
... unas escaleras con bastante pendiente con dos tramos paralelos de escaleras separados por un cristal transparente cuando me saludó al subir, aquel día no me fijé, pero si mis amigas y al salir me dijeron que se había dado la vuelta para mirarme.
Al día siguiente igual y al otro y al otro, llevaba más de una semana bajando y comiendo más o menos a la misma hora, había días que cuando yo me iba él entraba y era cuando aprovechaba para mirar desde abajo mi figura, a veces con pantalones ajustados, otras con falda larga y otras con vestidos o falda corta, yo pensaba que no sabía que trabajaba para él, pero un día por la tarde en la mitad de un pasillo nos encontramos de frente y me dejó de piedra al dirigirse a mi casi susurrándome al oído que le encantaban las bragas rojas que llevaba ese día, se había fijado, me las había visto mientras bajaba por las escaleras, me quedé un poco avergonzada, pero también un poco excitada.
A partir de ese día solo llevaba vestidos o faldas cortas al trabajo, ya desde ese día intentaba salir cuando él fuera a entrar a comer, bajando las escaleras con gracia, esperando que él mirara y me viera las bragas, luego en el pasillo, incluso ya en mi pequeño despacho, se asomaba y me decía “las bragas negras tampoco te quedan mal” o “ese tanga lila es impresionante”, empecé a esperar su visita por las tardes como una tonta, era como un juego que habíamos empezado y con el que me excitaba cada vez más y al día siguiente…
-¿Lo de hoy lo has hecho ...