Melisa, Marisa, Ruben....¿fingimos?
Fecha: 30/10/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... respectivo y ético hueco.
Paremos, ahora que aún estamos a tiempo.
No me devuelvas el libro Melisa.
Es tuyo.
Prefiero que lo disfrutes tú. Prefiero saber que vas a recordarme.
Aquel propósito, el de perder todo contacto, conseguimos sostenerlo durante dos lánguidas semas.
Quince días durante los cuales, cien veces tuve el móvil en mano, acariciando con el pulgar la posibilidad de dar luz verde a su número.
Las taquicardias, hacía décadas desconocidas, aparecían a poco que mentara sus ojos castaños.
Quince días, quince noches de las cuales, dos invirtió Marisa al completo, en acoplarse lúbricamente con Rubén.
Un riego que, irónicamente, intensificó el rimo y calidad de nuestra propia vida sexual.
Marisa, revivida, parecía querer agradecer a uno su grueso falo y al otro, a mí mismo, el consentimiento para disfrutar de lo primero.
Ummmm cuanto te quiero cariño – me espetó tras uno de aquellos alardes en los cuales aparecieron prácticas nuevas, como el dogging, las felaciones de ascensor o el beso negro – Me tienes tan consentida.
Yo sonreí.
Sonreía respondiendo al beso.
Sin embargo, por vez primera, tuve que ejercer, sobre el gesto, cierto forzamiento.
Porque mi cuerpo, desde luego, había gozado con cada uno de sus arrimones.
Pero entre mis huesos, algo daba aviso de que no palpitaba correctamente.
Oye Toño…¿y si nos vamos los cuatro de fin de semana a una casa rural?
Tragué saliva intentando que no se me atragantara ...
... el pisto.
Puedes irte tú con Rubén– objeté – Me quedo yo encantado con los niños.
Los niños con tus padres. Sería genial. Los cuatro juntos. Podríamos pasear todo el día con las parejas intercambiadas – se rió – Incluso si os apetece…
Ni a mí ni a Melisa nos apetece nada eso de encamarnos. A mí me basta con tu trasero y a Melisa con el de su marido.
Ay…pero que sositos estáis hechos.
No me cupo duda, en ningún momento, de que Marisa se saldría con la suya.
Bastaron un par de días para que, sin resultar cansina, terminara accediendo, eso sí, bajo la condición de que no esperara de nosotros nada más que echarnos con Melisa unos buenos tragos de Ribera del Duero, mientras ella se dejaba cabalgar por el otro.
No, si Melisa tampoco parece estar por la labor – parecía incluso lamentarlo - Pero bueno, nos divertiremos igualmente ¿no?
En todo aquel desbarajuste mental, Calatañazor, parecía ser lo mejor.
Buena parada, buena fonda, buen pueblo, buen paisaje, piedra vieja, cocido lento.
Apenas llegamos, mientras Rubén y yo vaciábamos el maletero, nuestras respectivas iban visitando y calibrando la casa.
Marisa, tan lanzada como siempre, con esa voz saturada de firmeza, parecía imponerse a la manera cariñosa y apocada con que Melisa anunciaba su opinión, su presencia.
En ningún momento, durante el viaje o la llegada, nuestras miradas se entrelazaron.
Ambos, de común acuerdo, nos estábamos evitando.
En principio juzgué que la situación la ...