1. Melisa, Marisa, Ruben....¿fingimos?


    Fecha: 30/10/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... las mejillas.
    
    ¿Quieres a Rubén? – no sé por qué regresé al dolor. No lo sé. Ignoro por qué razón, mi instinto, me llevó a soltar semejante bofetada al rostro de la persona con la que tanto había disfrutado durante aquel par de horas.
    
    Es el amor de mi vida – respondió, recuperando esa expresividad sensible y melancólica.
    
    Los que amamos deseamos eso, la felicidad del amado por encima de la propia…¿no?
    
    Melisa no dio respuesta.
    
    Se ajustó la bufanda y marchó, calle abajo, meciendo unas caderas que se bamboleaban con la generosidad de los años y la proeza de la buena hembra.
    
    Tal y como esperaba, Marisa llegó con los niños cenados y somnolientos.
    
    Apenas tuvo tiempo de darles unos besos y recordarles que su amor sería eterno.
    
    No hubo ni discusiones ni reprimendas.
    
    Solo el pinchazo silencioso e interno que sentí al ver su pintalabios desaparecido.
    
    Ummmm – Marisa pareció intuir mi desafuero, respondiendo con un colgamiento de cuello – No ha pasada nada más amor. Nada más.
    
    Espero que fuerais discretos. No más porque este pueblo no llega a veinte mil almas y...
    
    Fue en su coche. Dentro del garaje. Beso, beso y meternos un poquito mano. Como críos de instituto.
    
    Respire hondo.
    
    No sabía si deseaba saber hasta donde fue ese “poquito”.
    
    Pero ahora tengo un problemilla que tú puedes solucionarme – dio dos pasos hacia atrás y, dejando caer las tiras de su vestido, puede comprobar que la ropa interior roja, se estampaba divinamente en el cuerpo de mi ...
    ... mujer – Rubén me dejó muy muy cachonda.
    
    Los niños están mal dormidos – objeté.
    
    Por respuesta se bajó las braguitas deslizándolas sutilmente entre los tobillos..
    
    Lo que tapan estas – añadió lanzándolas contra mí – está bien despierto.
    
    Al día siguiente, desperté escuchando el ruido de la ducha.
    
    Los niños alborotaban el salón, la televisión tenía el volumen demasiado alto y el cabron del vecino, con su perro, le hacía ladrar a un grupo de gorriones aterrorizados.
    
    Sabía que no tardaría demasiado en ser reclamado.
    
    Marisa canturreaba, satisfecha tras una única pero larga y fogosa arremetida.
    
    Una arremetida en la que nos amamos, acariciamos, sudamos, mordimos y corrimos como hacía mucho.
    
    Una arremetida en la que, al menos yo, también anduve dudando.
    
    ¿Me deseaba exclusivamente a mí?
    
    ¿Pensaba en Rubén mientras era yo quien ensartaba la pompa de su culito con la cara de Marisa desplegando toda una oleada de placer y porno?
    
    En todo caso, tal y como sospechaba, tuve que despejarme, incorporarme y, como buen hombre del segundo milenio, echar una ojeada al móvil antes de marchar a preparar el desayuno.
    
    “Anoche Rubén me lo hizo de una manera extraña. ¿A ti también Marisa?”
    
    Prefería no dar una respuesta que no fuera cara a cara.
    
    Quedamos para un café rápido aprovechando quince minutos de descanso.
    
    Yo de mis pinceladas sobre una talla churrigueresca de 1640.
    
    Ella sobre una hipoteca al 3% TAE variable.
    
    ¿Era esto lo que quisiste ser en la vida ...
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