1. Silvia


    Fecha: 12/12/2022, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... tarde, vamos a lavarnos los dientes y a meternos en cama, hoy dormimos juntas, y te doy mi opinión.
    
    Nos fuimos a mi habitación y yo me puse un camisón, también transparente pero menos atrevido que el negro, Silvia protestó.
    
    -S. De eso nada, ponte el negro, te queda genial.
    
    -M. Que zalamera eres. ¿Y tú?
    
    -S. Déjame algo, no he traído pijama. O sino deja, me pongo yo el negro.
    
    -M. Si total te lo vas a quitar, es muy sexy, pero nada cómodo.
    
    -S. Es como ponerse unos pantis por todo el cuerpo. Me gusta.
    
    -M. Porque no me ayudas a cepillarme el pelo y así enseguida nos metemos en cama.
    
    Silvia me ayudó con la rutina de cada noche. Primero cepillármelo y luego atármelo.
    
    -S. ¿No te da pereza? Estás muy guapa pero, ¿no estarías más cómoda con media melena como la mía?
    
    -M. ¿No te imaginas porque lo llevo así?
    
    -S. Pues no.
    
    -M. A los hombres les encanta y por supuesto a tu padre también. Cada día se acuestan con una mujer distinta. A veces me lo dejo suelto con que me cubra los pechos por delante, a veces me hago unas trenzas o me lo recojo si veo que le apetece que se la coma para que pueda ver bien como lo hago. Ya sabes que me lo tiñó de rubio por lo menos un par de meses cada año para variar...
    
    -S. ¡Jo mamá! No dejas nada al azar.
    
    -M. Silvia, mantener el fuego encendido durante décadas cuesta lo suyo.
    
    -S. Ya, pero... y ellos, ¿qué hacen?
    
    -M. En mi caso tenerme como una reina.
    
    -S. Ya, pero yo ni eso.
    
    -M. ¿Por qué no dejáis que os ...
    ... ayudemos? Al menos podríais mudaros a un sitio un poco mejor.
    
    -S. Si ya sabes que Pedro nunca aceptaría.
    
    Silvia acabó con mi pelo y nos metimos en cama. No pude evitar fijarme en su cuerpo rodeado por el nylon de mi camisón. Me resultaba tan extraño verla como a una mujer, y no solo mi hija. Y aún peor, ella era yo misma, con mi cara, mis muslos, mis caderas y mi delicioso culo, incluso el mismo "corte de pelo" entre sus piernas. Solo el color de su piel, tan blanca, y aquellas dos tallas más de pecho, que yo tanto envidiaba, me recordaban que no estaba frente a un espejo.
    
    -M. Claro que aceptaría esa ayuda si tú supieses manejarlo, para eso la naturaleza te ha dado ese cuerpazo.
    
    -S. Pero si te estoy diciendo que ya casi ni me mira.
    
    -M. Mira, volviendo a lo de antes, lo que a los hombres les gusta de verdad, es que juegues con el semen, que lo dejes caer de vuelta sobre su polla, que lo lamas de nuevo, lo mezcles con tu saliva...
    
    -S. ¡Caray mamá!
    
    -M. Ya sé que nunca me has oído hablar así, pero somos mayorcitas las dos, si quieres haré un esfuerzo por decir pene y no polla.
    
    -S. Si no es eso, es que... no sé, da igual.
    
    -M. Hija, ¿tú de verdad quieres seguir adelante con tu matrimonio?
    
    -S. Sí, sí que quiero, por lo menos mientras mi peque no sea un poco mayor, por nada del mundo quiero que crezca con sus padres separados. Tendré que esforzarme, creo que en los últimos años me he ido volviendo casi asexual. Quiero decir, que de no hacerlo casi llegas a ...
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