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Soledades compartidas
Fecha: 13/12/2022, Categorías: Infidelidad Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos
... ansiaba conocer... el olor a hombre, el verdadero olor a hombre. Volví a lanzarme sobre la cama con mi botín en la mano. Primero lo cogí del elástico y observé en detalle la forma abultada de la tela que servía para contener la... la polla. Luego no resistí más la tentación y miré en su interior. La parte de la prenda que entraba en contacto directo con la intimidad masculina era doblemente gruesa y llevaba una marca levemente amarillenta que justificaba su estadía en el cesto de la ropa para lavar. Pasé las yemas de mis dedos por allí y sentí un pinchazo de excitación clavándose entre mis piernas. Me sentía muy sucia y perversa por lo que estaba haciendo, y eso me ponía muy cachonda. Me senté frente al espejo con las piernas abiertas y comencé a acariciarme con la punta de mi dedo mayor. Podía ver en primer plano como mi pequeña perla rosada se despertaba y se asomaba desde su capuchón. Con mi otra mano comencé a frotar la tela manchada del slip para luego llevármela al morro. Lamí mis tres dedos medianos buscando el sabor que tanto deseaba. Allí estaba... Sabía como a levadura, si... pero también a... a cloro... Algo muy extraño al paladar pero que estaba teniendo un efecto letal en mi coñito que sudaba acaloradamente. Froté mi sexo con furia hasta que el calor de la fricción hizo implosión en mi interior provocándome un orgasmo intenso y profundo. Tuve que utilizar la prenda masculina como exclusa apretándola con fuerza contra la entrada de mi vagina para detener ...
... los líquidos que bajaban incontenibles por allí, lo cual me provocó una segunda convulsión de placer casi consecutivamente. RAÚL Aparqué frente al condominio donde vivían los padres de Laura y mi esposa bajó del auto con cara de preocupación. Esperé a que ingresara por la puerta principal y luego me marché a casa. A pesar de la mala noticia que le había dado su madre se encontraba mucho más serena de lo que hubiese imaginado. Al fin y al cabo la noche no había sido un total fracaso. Habíamos tenido un breve aproauch pasional en el cine, como en los viejos tiempos. Breve, es cierto, aunque intenso. Y con el plus de adrenalina de haberlo hecho en un lugar público. Las luces de la casa estaban apagadas. El casi absoluto silencio de la sala solo se interrumpía por el sonido apagado y apenas audible de una respiración suave, larga y monótona, característica del sueño en su estado profundo. Por la tenue iluminación de la acera que ingresaba por la ventana, podía ver a la muchacha recostada de bruces sobre el sofá grande de la sala. De allí provenía el sonido. Me quité los zapatos y subí a la primera planta para ver cómo se encontraba mi hijo. Luca también dormía profundamente. Nunca me había resultado tan placentero llegar a mi alcoba. Estaba solo. Podía desfrutar de todo el lecho para mí. Sólo quería dormirme. Me quité triunfalmente la ropa y los zapatos, y me calcé el pijama. Me cepillé los dientes y me dejé caer sobre el acolchado. Cerré los ojos y vi a Ana parada ...