1. Soledades compartidas


    Fecha: 13/12/2022, Categorías: Infidelidad Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... frente a mí con la boca cerrada. Yo seguía sentado en el retrete, en el privado sin puerta del servicio masculino del ministerio, tratando infructuosamente de tener una erección. "¡Si no vas a ayudarme con esto, lárgate de aquí!" Le lancé con furia. Entonces Ana se acercó unos pasos hacia mí, entrando al privado, y abrió cuidadosamente la boca mientras se ponía la mano en forma de cuenco debajo del mentón como evitando contener un posible derrame. Ella me quería mostrar lo que allí había. Su lengua estaba sumergida en un líquido blanquecino y espeso que pugnaba por desbordar por sus finas comisuras. "¡Traga. Trágalo todo!" Le ordené, y ella obedeció con una deglución limpia y sonora. Se secó los labios con la lengua y me dijo: "Gracias". Luego miró mi polla totalmente adormecida y la tomó entre sus dedos delgados y fríos. "Ahora ya puedo ayudarlo... Ya tengo mi boca libre...". El servicio estaba vacío. Ya no había más usuarios ni espectadores variopintos. La jovencita se arrodilló frente a mí y se llevó a la boca el miembro aletargado. Inesperadamente volvió a aparecer Laura parada frente a mí. No sabía qué decirle, pero ella habló primero. "Recuerda darle los 50 pavos después de correrte". En ese momento sentí que estaba a punto de eyacular y me desperté sobresaltado.
    
    LAURA
    
    Ingresé al hall desierto del edificio y escuché el motor de nuestro auto acelerar alejándose de allí. La puerta neumática del elevador estaba abierta. Me encerré en él y me largué a llorar como una ...
    ... niña.
    
    ¿Qué estaba haciendo allí, en casa de mis padres, en plena madrugada? ¿Por qué no había vuelto a mi casa con mi marido y con mi hijo? ¿Por qué había dejado a mi hijo con una extraña? ¿Por qué me había inventado aquella historia sobre mi padre? ¿Me quedaría a dormir allí con mis treinta y dos años? ¿Con qué pretexto? Eran muchas preguntas. Lloré un buen rato sin saber qué pensar. El elevador era mi pequeña guarida. No quería salir de allí. Estaba sola. Completamente sola.
    
    Pasaron más de veinte minutos hasta que mi cuerpo decidió prescindir de mi mente atormentada y tomar la iniciativa. Entonces mi mano tomó el móvil de la cartera e hizo lo que tenía planeado desde el comienzo: marcó el teléfono del taxi para que pasara a recogerme.
    
    ANA
    
    Sentí la piel transpirada y un calor sofocante e incómodo en el rostro, entonces desperté. El primer sol de la mañana entraba por la ventana y caía de lleno sobre mí, me estaba asando. Me levanté malhumorada del sofá y vi los cincuenta euros sobre la mesa baja junto a una nota. "Muchas gracias por todo, Ana. Aquí tienes el dinero. No hace falta que nos despiertes, la puerta está sin llave. Hasta la próxima." Tomé el dinero, lo guardé en mi cartera y salí de la casa.
    
    El aire fresco de la mañana me recompuso del mal humor de haber dormido incómoda, con ropa de calle y al sol. Respiré profundo. Podía volver andando y eso haría. Era temprano y estaba muy agradable para caminar. Incluso me desviaría unos metros y cruzaría por el ...