1. Soledades compartidas


    Fecha: 13/12/2022, Categorías: Infidelidad Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... parque.
    
    Pensé en lo bueno que resultaba estar fuera de casa y mi corazón se llenó de alegría. Levante los brazos para que el aire de la mañana ingresara limpio y en buena cantidad a mis pulmones cuando noté que la tela de mi sudadera estaba adherida a mi piel a la altura de los riñones. Toqué allí y advertí algo húmedo y viscoso en mi espalda. No tenía importancia. Seguramente me habría manchado con la comida del niño. Ahora me dirigía al parque dispuesta a disfrutar de mi soledad.
    
    RAÚL
    
    Salté de la cama acalorado y redacté una nota escueta. Luego tomé cincuenta pavos de mi billetera. Descendí hacia la planta baja tratando de no hacer ningún ruido y deposité el billete y la nota sobre la mesa de la sala, junto al sofá donde dormía la niñera.
    
    Allí estaba ella iluminada por la tenue luz fría del alumbrado público que penetraba por la ventana. Estaba de bruces ocupando todo lo largo de las tres plazas del sofá, durmiendo profundamente. La tela gris de sus pantalones deportivos insistía obstinadamente en hundirse impúdicamente entre sus nalgas. Me acerqué interesado en tener una perspectiva más clara de aquella sugerente imagen. Entonces me pregunté qué pasaría si apoyaba mi mano sobre aquel culo tan firme y respingón. Nada. Nada en lo absoluto. Laura no estaba. Nadie se enteraría.
    
    La acaricié con cuidado clínico desde la cintura hasta la parte baja de su muslo describiendo todas las curvas y contracurvas que allí se presentaban. La tela era fina y suave. Cuando ...
    ... mi mano se detuvo, me fue imposible despegarla de allí. Mi verga se había puesto como un mástil dentro del pijama. Deslicé mis dedos hacia la cara interna de su muslo y volví a ascender. Como un acto reflejo Ana separó levemente las piernas dejando ante mi vista cenital, el surco que formaba su pantalón al adherirse a su vulva. Cuando las yemas de mis dedos índice y mayor hicieron contacto con aquellos cálidos pliegues, sentí que un fuego interno me invadía por completo. Presioné lo más suavemente que pude y sentí, a través de la tela, cómo su carne hinchada cedía ante mi avance. Un mareo me invadió de golpe cuando Ana cerró las piernas apresando mi mano en se sexo. Me quedé inmóvil sin respirar durante diez eternos segundos. No se había despertado, pero su cuerpo había notado mi presencia. Mi mano estaba atorada entre sus muslos y mis dedos entre sus labios mayores. Noté que sus músculos se ponían rígidos, como en contracción, para luego distenderse. En ese momento decidí que era mi oportunidad de retirarme de allí, pero una nueva sensación me retuvo. Las yemas de mis dedos índice y mayor comenzaron a colmarse de humedad. Un nuevo mareo me invadió, pero está vez sentí la certeza que estaba a punto correrme. Quité mi mano abusiva de allí y la mire alelado. La tenue luz blanca de la calle hizo destellar las moléculas de humedad sobre mis uñas. Cuando metí mis dedos en la boca como un adicto a aquel elixir, mi otra mano extrajo la polla del pijama en el momento exacto en que ...