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Soledades compartidas
Fecha: 13/12/2022, Categorías: Infidelidad Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos
... felación duró menos de cinco segundos y terminó de la peor manera. Eyaculó bestialmente dentro de mi boca obligándome a permanecer allí recibiendo su descarga. Mis ojos estallaban en lágrimas, más por ahogo que por angustia, mientras una marea de esperma bajaba sin permiso por mi garganta. No tuve más alternativa que ingerir todo lo que él me ofrecía para no provocar un verdadero caos en aquel lugar público. Cuando pensé que iba a perder el sentido, finalmente me liberó. Me levanté muy lentamente y colmada de odio. Escuché que Raúl decía en un susurro "ahí tienes tu leche tibia...". Tuve que contener dos fuertes arcadas cuando sentí una gota espesa de semen bajándome desde la nariz. Busqué unos clínex en la cartera y me limpié como pude. Era un desastre. El delineador de ojos se había derramado por todo mi rostro. Intentaba no llorar para no volver a ensuciarme. Finalmente recuperé parte de mi dignidad y cuando me di vuelta para pedirle a Raúl una explicación de lo que había sucedido, advertí que se había quedado profundamente dormido. Entonces fijé la vista en la pantalla y me quedé en silencio sin saber qué hacer. A los pocos minutos me había dejado enredar por la trillada historia de amor que estaban proyectando. Y allí me perdí de mi misma y del mundo. ANA Encendí la luz y fue como entrar en un mundo perfecto. Un cuarto enorme con baño privado. Un placar gigante y un espejo que ocupaba la pared completa, de piso a techo. Nunca había visto una cama como ...
... aquella. Yo creo que podrían dormir allí cuatro personas sin molestarse en absoluto. Sin pensarlo me arrojé de espaldas sobre ella y comencé a rebotar sobre el silencioso colchón de resortes. ¡Me sentía libre! Libre se hacer a mi antojo en un lugar totalmente extraño. Todo era nuevo y todo era mío por un rato. Quería empezar explorar mi nuevo mundo. Me puse de pie frente al placar cerrado y jugué a adivinar cuál sería el lado que contenía la ropa femenina. ¡Exacto! Allí estaban los vestidos y las faldas colgando de sus perchas. ¡Qué hermoso paisaje! Más abajo estaba la cajonera. Allí se esconde el máximo tesoro de un guardarropa femenino: el ajuar, la ropa íntima. Laura era una mujer bastante más joven que mi madre y se mantenía en buena forma ¿Cuál sería su estilo? ¿Más bien sobrio? ¿Más bien clásico? ¿Más bien sexy? ¿Le irían las transparencias? ¿O quizás sería una guarrilla de tangas de cuero o de leopardo? ¿Usaría aquellas bragas con agujero por delante para follar que se veían en internet? En ese cajón estaba la respuesta. El lugar más íntimo de la casa que se me ofrecía a entera disposición. Comencé a revolver entre las prendas íntimas con total impunidad. Había de todo. Mucha variedad de colores, de marcas y de texturas. Lo que no había en aquel cajón eran prendas de saldo. Todo parecía lencería fina y cara. Y, por supuesto, tampoco había bragas con perforación en la vagina. En general el estilo era más bien sobrio. Abundaban los tonos pastel. Había algunas ...