Soledades compartidas
Fecha: 13/12/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: SexNonVerba, Fuente: CuentoRelatos
... los ojos de golpe y me quité la prenda de un manotazo. ¡Ya era tarde! ¡Qué vergüenza! Escondí el tanga en el fondo del cajón y volví a acomodar todo como estaba.
¿Y ahora qué? Me encontraba en una casa extraña, en una alcoba ajena, completamente desnuda y súper cachonda. No iba a seguir dilatando la idea que ya venía rondando en mi cabeza. Sabía que iba a hacerme unos dedillos, aunque no todavía.
Abrí el cajón de una de las mesillas de luz. ¿De él o de ella? Fácil. Un calzador, unas pastillas de eucalipto, un perfume masculino, dos puros, unos gemelos y una caja grande de condones. ¡Guau como deben follar estos tíos! Tomé la caja y saqué un preservativo del interior, le quité el envoltorio y me quedé con el látex en la mano. Lo estudié con detenimiento. Parecía un pequeño sombrero de ala. No es que nunca hubiese visto uno, pero nunca lo había hecho en soledad. Estaba viscoso por la lubricación artificial. Me lo llevé al morro y olfateé el suave olor neutro del caucho envaselinado. Luego lo degusté introduciendo la punta de mi lengua por la copa del sombrero. ¿Ese sabor llenaría mi boca cuando Esteban me pida que le…? No. Muy artificial. Ese no era el auténtico sabor a hombre, a macho. No lo conocía. Nunca lo había sentido, nunca había estado con un hombre, y lo deseaba, lo deseaba más que nada. Pero mi padre parece querer impedírmelo todo el tiempo. No me permite salir con nadie. Me controla amistades, compañías, lugares, horarios, todo. Hasta mis amigas lo notan. ¿Cómo ...
... coños voy a conocer el verdadero sabor de un hombre? Odio a mi padre por hacerme sentir tan torpe, tan sola. Pero allí no estaba él. Allí no había nadie más que yo.
Cuando volví a llevarme al condón a la boca comenzó a llamar el teléfono. Enseguida salté sobre él para que no despertara al niño. Era RAÚL, el padre de Luca.
RAÚL
Estaba en el servicio de hombres del ministerio. En el privado que utilizaba casi todos los días laborales para hacerme mis paja. Solo que ese día el privado no tenía puerta.
Algunas personas pasaban, se aseaban las manos, se peinaban. Yo las veía pasar y ellos me veían a mi sentado en el retrete mientras me la pelaba apasionadamente.
Todo iba bien hasta que aparece mi mujer, allí, de pie frente a mí, en el baño de caballeros. "¿Cómo puedes pajearte si no se te para, cariño?" Me preguntó en tono de preocupación. Acto seguido miré hacia abajo y me di cuenta que mi verga estaba completamente muerta. "Se de alguien que puede ayudarte". Dijo Laura antes de marcharse de mi vista.
A los pocos segundos aparece Ana, la niñera, y se para frente a mí. Yo no dejaba de cascármela, pero mi miembro seguía absolutamente flácido. "¿Puedes ayudarme con esto?" Le pregunto a la jovencita. Y ella me hace un gesto de negación con la cabeza. No podía hablar, pero me miraba fijamente sin despegar sus labios. Justo cuando iba a pedirle que se marchase de allí, veo que regresa mi esposa y se para a su lado. Detrás de ellas, muchas otras personas entre hombres ...