Un clavo saca otro clavo
Fecha: 13/12/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... ¿Sabes que si le echas los perros a mi jevo te voy a dar una golpiza, no?
— No seas tonta. Como mucho me ensañaré un poco por hacerle eso a Pablo.
— ¿Qué lo qué mamagüeva? –Que usase esa palabra me indicó que se había tranquilizado, lo que era bueno para mí.
— Si recibes alguna llamadita sospechosa de Pablo con soniditos raros, o algún video subidito de tono… Ya sabes, es parte de la venganza.
— No te pases de verga –me advirtió.
No hablamos demasiado más. Nicole acabó aceptando ese castigo y prometió tratar de no molestarse por lo que pudiese ver u oír. Lo que no sabía es que, con esa actitud, me estaba dando vía libre para zorrear con Pablo. Cuando se enterase de todo, ya sería demasiado tarde. Pese a mi tono amigable, se la tenía jurada y seguía creyendo que no se lo merecía. Quizá fuese porque en el fondo Pablo me gustase más de lo que pensaba aunque, en ese momento, no lo vi de esa manera.
Llegué a prometerle como su amiga que no llegaría a pasar nada, aunque bueno… eso fue una pequeña licencia personal mía, para recordarle más adelante de lo que valían esas promesas y lo que jodía que se incumplieran.
Terminé de comer y me tomé un cafecito con mis compañeras antes de volver al trabajo, tras una ardua tarde laboriosa con unos clientes algo cansinos con sus risitas y sus miraditas pícaras, logrando hacerme perder la paciencia. Por mucho que me viniera un chico guapo a coquetearme no iba a tener el más mínimo interés porque siempre era yo la que ...
... elegía a mis presas, no al revés.
Salí del trabajo sobre las seis de la tarde y acabé llegando a nuestro piso sobre las siete. Siquiera saludé a Pablo, me fui directa a la ducha sin ropa de recambio alguna, me despeloté y me regalé diez minutitos de ducha que me sentaron divinos. Me enrollé la toalla grande alrededor del pecho y la segunda entorno al cabello antes de cepillarme. Estaba tan distraída alisando el espejo para apartar el vapor acumulado en el cristal que ni me di cuenta que mi compañero de piso entraba en el baño totalmente distraído centrando la mirada en mi culo. Ignoro si me vio la vagina, aunque por la reacción que tuvo debió ser lo más seguro.
— ¡Rita! ¿No puedes poner el pestillo? –replico sin largarse, aunque al menos tuvo el decoro de apartar la mirada.
Por mi parte, me giré para mirarle la cara totalmente desinhibida. Apoyé mi culo a la blanca pica de porcelana y continué cepillándome la boca mientras le levantaba una ceja. Después, mientras le contestaba, balanceé el cepillo espumoso por el aire como si fuese una varita:
— ¿Y qué tal si aprendes a picar a la puerta? No sé, podrías pillarme desnuda.
— No sabía que estabas.
— Si quieres verme las tetas puedes probar a pedírmelo, lo sabes. ¿No?
— Deja de joder con eso. Tengo que entrar, me estoy meando.
— Mea –le invité señalando a la taza-. ¿Qué tal con Nicole?
— ¿No te ha dicho nada? Le enseñé las fotos –Me hice la sorprendida. Prefería, por algún motivo, que creyese que no habíamos ...