1. El Regalo: Un antes y un después (Primera parte)


    Fecha: 02/01/2023, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... desnudos sobre una alfombra blanca en la sala de… ¿La misma casa? La mujer estaba de espaldas cabalgando sobre el cuerpo de aquel hombre joven de brazos musculosos y manos grandes y cuidadas, que se aferraban poderosamente a los glúteos de la mujer, atenazándolos entre sus dedos; el pecho fuerte y de piel bronceada, abdominales bien marcados. ¡Puff! Unas nalgas redondas, fuertes y aquellas piernas tan bien formadas. Ambos cuerpos tan sudorosos, tan brillantes y entregados. ¿Será su mujer? ¡Mierda!...
    
    —¡Señora Silvia! —Y me sobresalté. Era la señora de la limpieza que me llamaba desde la puerta de la oficina. —Ya está caliente el agua. ¿Le preparo su té?
    
    —Me asustó señora Dolores. ¡Ehhh, si gracias! ya voy. Estoy ordenando aquí un poco. Y ella se retiró dándome la privacidad necesaria para pensar en todo lo que acaba de observar. Volví mis ojos a la pantalla, tenía ganas de darle al play y mirar un poco más. Solo un poco más para confirmar o desmentir lo que parecía ser. Y mi dedo índice oprimió la tecla y avanzó el video…
    
    Un quejido alto de la mujer, respiración agitada en él, reconocidos sonidos de placer obtenido, que de inmediato silencié, bajando al máximo el volumen, más en las imágenes el movimiento de caderas continuó rítmicamente y en ascenso. Ella subiendo, bajando y meciéndose, agitándose sobre aquel precioso muchacho y este, chupando los senos al levantar su espalda y darles con su abierta boca alcance, mordisqueándolos, jalando con sus dientes los ...
    ... puntiagudos pezones cafés. Ella arqueó su espalda unos instantes después, se notaba el clímax alcanzado al apretar sus glúteos y la cabeza caída hacia atrás; ojos cerrados y en su frente aquellas gotitas de sudor. Boca con labios secos, tan abierta reclamando su aire, toda ella rebosante y agitada en su prolongada convulsión. ¡Sí! la vi y la reconocí. El rostro sonriente en el retrato que sostenía en mis manos, la cara mucho más feliz de ella en la pantalla del portátil.
    
    La señora Martha, la esposa de mi jefe disfrutando con otro hombre. Detuve el video y lo minimicé. Me temblaban las piernas, toda yo estremecida y mi respiración entrecortada, tan similar como si ella fuese yo. Nerviosa me dejé caer en el cómodo sillón giratorio, sentando mis livianos 45 kilogramos y todo el peso de mis pensamientos, en la misma silla ejecutiva de mi ausente jefe, aquel hombre traicionado. Llevé un dedo a mi boca y me lo mordí con algo de fuerza, de manera masoquista, necesitada de algún tipo de dolor para despertar, volver de aquel video a mi realidad.
    
    ¡Infiel! Ella con el rubio aquel y desleal también yo, en menor proporción pero con él. Me puse en pie y recompuse el largo de mi falda, la alisé. El portarretrato lo volví a dejar sin vida, boca abajo como estaba inicialmente y lo demás también, todo tal cual lo había encontrado y con mi corazón agitado por la sorpresa me encaminé hacia mi escritorio, pero al rodear el amplio mueble, me tropecé con unas maletas de viaje ubicadas al lado de un ...
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