Simplemente la vida
Fecha: 07/01/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... edificio, su predisposición a ayudar a sus vecinas, su facilidad para arreglar cualquier desperfecto y su paciencia para enseñar el manejo de ordenadores y los cada vez más complicados teléfonos móviles, lo pusieron en el pedestal de los intocables, muy por arriba de hijos y maridos.
Y esa protección, salvó el trabajo de su madre en más de una reunión del consorcio de propietarios, donde alguna vieja estirada propuso la destitución de la sufrida señora, por su imagen lamentable de pobretona para un edificio de esa categoría, sin importar el esfuerzo de la empleada, ni lo pulcro de su tarea.
Era proponerlo y encontrarse con la airada y férrea oposición de las vecinas más jóvenes, que a los gritos abucheaban la propuesta frente el asombro de sus parejas.
Lo que María tenía de entregada y laboriosa, su hijo lo tenía de atento e inteligente, no solo volvió impotente a Sara en su obsesión por hacerlo fallar, sino a todos los profesores. Verlo emerger de una de sus acostumbradas siestas en clase y recitar de memoria todos los ríos de Europa o todos los huesos o músculos del cuerpo se hizo tan habitual, que dejó de ser sorprendente y los profesores con tal de no pasar más el ridículo, terminaban dejándolo dormir para que no los abochorne.
Hasta que, con el correr de los años, se volvió ayudante de algunas profesoras. No era raro que Sara lo citara entre clases y estuvieran largos minutos trabajando en su despacho, preparando las clases de los próximos días
Mi ...
... romance con Moe continuó. Fuimos madurando y las hormonas trabajando, los arrumacos crecieron en intensidad y al cumplir dieciocho, festejando el ingreso a la universidad tuvimos sexo por primera vez.
No es que no hayamos tenido nuestros escarceos antes y no nos hayamos refregado mutuamente en la oscuridad, pero ese día fue especial. Aprovechando un viaje de su padre, Moro pidió las llaves de la casa de fin de semana a su madre, que se la entregó con una sonrisa de complicidad. Bajó a pedirle permiso a la mía para llevarme en su recien estrenado coche y ella se lo otorgó con un guiño de sus hermosos ojos a espaldas de mi amargo y celoso padre. Ese sábado de comienzos de verano partimos a confirmar nuestro amor.
Al arribar, sus empleados tenían todo preparado para nuestra llegada, nada más entrar, pasamos a los vestuarios a cambiar de ropa para ir a la piscina y decidimos hacerlo por separado para no romper el encanto. Esa mañana estrené un bikini pequeño de color negro que realzaba mi figura y resaltaba en mi blanca piel y Moro, un ajustado pantalón que marcaba generosamente su masculinidad y su desarrollada musculatura.
Nos sobamos poniéndonos protección solar entre risas, jugamos a las ahogadillas sin dejar de tocarnos por todos lados subiendo la excitación y después de comer, subimos a la recámara de sus padres a estrenar la nueva etapa de nuestro amor.
Me paré frente a él, me desprendí del corpiño disfrutando de su ansiosa mirada y le dí de beber de mis pechos para ...