Simplemente la vida
Fecha: 07/01/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... orgasmo tan intenso, que dejó una marca del tamaño de una moneda de dos Euros en las sábanas y si bien se nos jodió la jodienda por el resto de la noche, estaba feliz. Acababa de descubrir una nueva forma de satisfacer a mi hombre.
Cambiamos la ropa de cama y extenuados por el largo día, nos dispusimos para dormir abrazados desnudos, disfrutando de nuestra recién inaugurada intimidad. Pero como dije antes, uno propone y otros disponen, Beatriz no cesó en sus lamentos por el término de dos horas, solo para descansar unos minutos y volver a empezar. Así toda la noche.
Era evidente que su esposo, después de tantos días sin verla, se había preparado químicamente para el encuentro y tenerla satisfecha. Cuando finalmente se calmaron, quedaban pocas horas de sueño.
No serían más de las nueve de la mañana, cuando me levanté dejando al extenuado Moe durmiendo en su cama y me puse a espiar para salir sin que me vean. Suerte que tuve esa precaución, porque justo en ese preciso instante salía Shemp del departamento contando un dinero, fruto de alguna chapuza que realizó a la mañana y siendo despedido por ...
... Beatriz, vestida con una bata, con un cariñoso besito en la boca.
A media mañana me llamó mi amorcito para invitarme a tomar un tardío desayuno en la confitería de la otra cuadra de casa, sus padres todavía estaban durmiendo y no quería molestarlos. Entusiasmada en mi nueva condición de mujer, me maquillé delicadamente, me puse un suave vestidito que realzaba mis curvas y me dispuse a esperarlo, ya que mi madre tampoco estaba en casa.
Como cada vez que mi padre estaba de viaje y acostumbrada a que yo me levante tarde, pasaba las mañanas de los domingos en la casa de mi abuela.
Moe bajó vestido con unas bermudas entalladas y una suave y rosa camisa suelta para no irritar su dolorida espalda, ese color le quedaba precioso y realzaba el color de sus ojos. Bajamos mirándonos enamorados y al salir del ascensor y abrir la puerta de calle, nos topamos con su padre, que recién llegado, estaba bajando las valijas de un taxi.
Mirándonos atontados por la implicancia del descubrimiento, lo saludamos tímidamente y nos marchamos a desayunar en silencio. A partir de ese momento nuestra relación cambió para siempre.