El regalo: Un antes y un después (Decimotercera parte)
Fecha: 17/01/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... suavemente con leve presión sobre él, ardió Roma. Me vine entre gritos y movimientos involuntarios de mis caderas, levantando mi cintura, ofreciendo la completa abertura de mi vulva a los intrusos dedos que me causaban tan inefable sensación.
Fue un orgasmo largo e increíble, ojos entrecerrados, mis labios resecos y con mi boca abierta, tanto como mis muslos y mis manos aferradas a las piernas de Rodrigo, estremecimiento en mi vientre, calor intenso en mis pechos endurecidos, músculos tensos en mi vulva y luego la inmediata relajación de los mismos, lanzando con fuerza aquel liquido casi translucido, chorros de inusitado placer que terminó estrellándose contra la blanca cerámica de la pared una parte y salpicando la división de cristal, otro chorro adicional.
Desmayada, desmadejada por las ganas disipadas, me dejé caer sobre el pecho de mi marido. Agitada aún voltee mi cabeza buscando la humedad de su lengua. Recibió la mía con agrado y avidez. Me giré en un rápido movimiento y sin dudarlo un instante tomé su gruesa picha completamente tiesa y me fui clavando lentamente sobre ella. No, no lo dejé mover, fui yo el jinete, la amazona elegida para domar el corcel que se alojaba candente y vigoroso en mi interior. Éxtasis, calor.
Gemidos suyos y míos, concordantes con los eróticos sonidos provenientes de nuestros fluidos lubricantes, acrecentando nuestras placenteras sensaciones. Gotas de vapor en el espejo delante de mí, perlas de sudor resbalando en la frente de mi ...
... esposo. Su boca escapando de mis labios para morder a placer mis pezones, chuparlos, jalarlos y luego humectarlos con la punta de su lengua, circulando libre y ansiosa alrededor de mis rosadas aureolas.
¿Cuánto tiempo? No, no hay cronómetro que pueda tomar esa medida. No hubo reloj para contabilizar las veces que subí y bajé, tantas las veces que me empalé. Un orgasmo inicial, dos o tres corticos posteriores, pero en inacabado aumento, previendo el gran final. Sentí como temblaban sus piernas, la expansión de su pecho al jadear, y como empujaba con fuerza como si me quisiera atravesar con la rigidez de su pene a punto de explotar dentro de mí.
—Ya casi mi vida, aguanta un poco más. —Le dije yo a un Rodrigo extasiado y agitado, qué frunciendo el ceño, aspiraba toneladas de aire, totalmente colorado, al igual que yo. ¡Yaaaa!... ¡Siiiií! Alcancé a balbucear y sentí la potencia de su pene, bombear con gran presión, los chorros de su esperma, golpeando atropelladamente las paredes de mi vagina.
Y felizmente rendida, sudorosa, con mis ojos ya cerrados sintiendo el latir de mi corazón en mis sienes, flotaba yo en esa tensa calma posterior al orgasmo alcanzado y sin saberlo ni anticiparlo, precediendo al próximo temporal. Apoyé mi mentón sobre su sudada frente, encantada y dichosa de amarlo tanto y dejarme adorar. Fue máximo aquel íntimo momento. Hasta que los dos escuchamos el sonido de una llamada proveniente de mi teléfono móvil.
¡Mierda, lo había olvidado! Mi jefe que ...