Una noche en una taberna
Fecha: 14/02/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... cielo. Me ha cogido, me ha hecho irme y sigue dispuesto a la batalla. Me siento juguetona.
Le muerdo el pezón y le agarro la pija. Da un respingo. Y su manaza cae en mis nalgas como el jinete que acaricia a una yegua haciéndola ver que él es el dueño.
-Gatita...¿no quieres un descanso?
- No. Quiero montarte. Sos un galán muy sabio cogiendo y yo una señora que desea cabalgar con ese rabo dentro hasta reventar.
- Pues a ello, vaquera.
Y voy a ello, me monto sobre él, me empalo en su pija, entra fácil, estoy muy mojada, me clavo hasta que su punta llega a lo más profundo de mi vagina, me quedo quieta para que que se de cuenta que la cabalgada va a empezar, sonrío y empiezo a moverme.
No tengo experiencia de mujer infiel, pero sí de hembra que folla y da placer follando. Pongo todo mi arte en la cogida. Juego con mi vagina, apretando y soltando, subo, bajo, adelante, atrás, me empotro y el vello de la base de su polla roza mi concha depilada mientras roto mi cuerpo ardiente. Él ha comenzado a acariciarme mientras me muevo. Sabe hacerlo, mi piel arde ante su toque, recorre mi cuerpo, muslos, espalda, nalgas hasta que llega a mis tetas ansiosas, necesitadas de su atención. Las atiende. Sabe tocarlas con las palmas y los dedos como si fueran violines, mimoso, haciendo que saquen lo más sensible de ellas y de vez en cuando un pellizco donde mezcla el placer y el dolor.
Estoy de nuevo casi en la cima, se da cuenta y culea acompañando mi ritmo haciendo que el ...
... choque de mi concha en su cuerpo sea más fuerte y mi placer más intenso. Sus dedos aprietan mis pezones erectos, sin llegar al dolor, pero marcando que me posee, que soy suya, que ese orgasmo en el que me desplomo como un río en cascada es una entrega de una hembra a su macho.
Inclino el torso y busco su boca con la mía, él se alza, el beso es largo, profundo, fundiéndonos en un encuentro de dos seres que saben que están para el placer y la locura del sexo.
Su verga sigue dura, clavada en mí. Le lamo la cara como una gata satisfecha. Mi miedo, mejor mi resquemor, se ha convertido en un ansia de libertad, de juego lujurioso donde me he soltado y quiero el disfrute del hombre que me está poseyendo.
Respiro hondo, mis pechos se alzan orgullosos de su turgencia con sus puntas enhiestas.
- ¿ Querés ver como me hago una pajita mientras te monto?
- Tienes un punto de putilla que quieres sacar y me va a encantar.
- De verdad, ¿ crees que soy un poco putita? - le repregunto coqueta.
- Eres una gata juguetona que me vuelve loco.
Me echo hacia atrás, la polla roza mi parte delantera de la vagina, la que tengo más sensible, hago que sea una funda que aprieta esa verga que me taladra. Mi clítoris queda a la vista. Está duro, me imagino que brillante por el flujo que le ha empapado. No dejo de mirarle a los ojos que brillan cuando los dedos de mi mano derecha empiezan a mimar mi botón rosado y la izquierda juega con mis pechos al tiempo. Busco que sea él el que pierda el ...