1. El regalo: Un antes y un después (Vigésima séptima parte)


    Fecha: 27/02/2023, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... lujuriosamente con su miembro, agitando mis caderas para hacerlo llegar hasta el fondo de mis entrañas. Quería mi placer, era perentorio para mí obtenerlo rendida pero feliz, uno o varios orgasmos, Mario aguantó más esa vez y pude alcanzar mi clímax, fue uno rápido, para nada trepidante. La verdad no duramos mucho, pues el cansancio y el alcohol ingerido causaron que los dos termináramos durmiendo, más de lo debido.
    
    Desperté sobresaltada por la mediana claridad que podía divisar por el rectángulo de la ventana. ¡Mierda, mierda! Ya casi serían las seis de la mañana. Como pude me vestí lo más rápido posible, necesitaba llegar a mi casa. Nadie sabía nada de mí desde la noche anterior. Ni donde estaba, si bien o mal, ni con quien. Y ese fue mi garrafal error. No tuve la precaución de fabricarme una coartada. Y simplemente sucedió. Mi mamá angustiada, mis hermanos buscándome en las casas de mis amigas del barrio y Rodrigo… Mi novio como siempre en su trabajo de día, presentando proyectos para terminar aquel semestre y en la madrugada, terminando sus maquetas y los planos para la presentación final. Ocupado como estaba en sus trabajos finales, supuse que no me extrañaría. ¡Ilusa! Grandísima idiota.
    
    El destino sabe cómo usar sus cartas, y yo no supe jugar. Le pedí a Mario que me acercara en su moto a mi casa, pero apenas llegando le dije que me dejara a una prudente distancia. Me despedí de mi nuevo amante con un beso apurado. Me encaminé con pasos rápidos, cabizbaja, ...
    ... perdida en mis pensamientos, meditando en el discurso que tendría que darle a mi madre por llegar al otro día. Y angustiada, completamente abstraída de mi solitario entorno, crucé por el parque, ya a poca distancia de mi casa, y no pensé en la posibilidad de lo improbable. Sin reparar en nada ni nadie, no lo vi, no me di cuenta de que Rodrigo me observaba a prudente distancia, inmerso en una profunda melancolía. Era aún temprano, no debía estar por allí, si no camino a su trabajo. No debía verme llegar a esas horas.
    
    Pedí perdón a mi madre por la tardanza y la angustia que causé. Me duché afanosamente y me vestí para continuar con mi día. Otro en la oficina, al lado de Mario, mi jefe. Al mediodía, hora del almuerzo, no recibí la acostumbrada llamada de Rodrigo. En la noche, al llegar a la universidad, tampoco estaba esperándome, como siempre. Pase por su facultad y de lejos lo vi, atareado con sus planos y la maqueta de la presentación final. Me quedé un momento observando aquella sustentación. Fue aplaudido por profesores y compañeros. Fue como lo soñó, el mejor. ¡Lo había logrado! Pero en su rostro no vi alegría, tan solo unos gestos de amargo éxito. No tuve el valor de enfrentarlo, de mirarle a la cara y decirle que ya lo había reemplazado. Ni el me buscó, ni yo le llamé. Se esfumó de mi vida, en prudente silencio como lo hizo al llegar una tarde acompañando al hombre que me despreció. Hasta que un día supe la razón de su desaparición y me quede literalmente de piedra, ...