1. El regalo: Un antes y un después (Tercera parte)


    Fecha: 09/03/2023, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... sudoroso en la frente y temblores por todo su cuerpo. Meditaba yo que más hacer para recomponerlo. Lo necesitaba lucido, para irnos a la oficina y concluir con su firma el informe pendiente por enviar. ¡Mierda! ¡La oficina! Mi bolso, mi teléfono…
    
    —¿Hola? ¿Amanda?...
    
    —¡Silvia! mujer... ¿Pero dónde coño estas metida? Estas de suerte, el gruñón aún no se aparece, pero apresúrate, puede aparecer en cualquier momento y donde no te vea aquí...
    
    —Tranquila Amanda, estoy con él. —Le conteste pausadamente.
    
    —¿Qué? ¿Cómo así? Tanto tiempo con él. ¿Qué están haciendo? —¡Puff! Si ella supiera.
    
    Tiempo era lo que no tenía, sin creérmelo no me di cuenta de la hora. Como transcurren los minutos de rápido cuando estas ocupada y distraída en otras cosas… ¡No! No puede ser. El colegio, mis hijos… ¡Rodrigo!
    
    —Amanda, después te cuento, ahora no puedo. Ehhh, mira, asegúrate de cerrar bien la oficina. En un rato llegó y recojo mis cosas. Mañana nos vemos temprano. ¿Todo quedo preparado? —Si por supuesto. ¿Está todo bien? —Me preguntó algo preocupada–.
    
    —Todo bajo control. Nos vemos mañana. —y colgué la llamada.
    
    Dios mío y ahora ¿A quién llamo? Primero a mi madre y luego a mi esposo. Rápidamente marque al móvil de mi mamá y sin dejarle casi hablar le inventé una excusa peregrina y luego pedí el favor de que pasara por mis hijos al colegio y que en la noche se los llevara a Rodrigo.
    
    Llevé mis ojos hacia el baño, donde mi jefe continuaba tirado en el piso. Sin reaccionar y ...
    ... yo, tratando de calmar mi angustia y mi temor, llamé a mi esposo.
    
    …
    
    — ¿Quieren ver a que me dedico en mis tiempos libres? —Nos preguntó Almudena mientras nos entregaba las copas de Brandy. —Por supuesto que sí–. Contestamos al unísono Paola y yo.
    
    Y se dio vuelta para ascender por las escaleras, con nosotros dos siguiéndola. No supe si fue por el alcohol ingerido, si fue un accidente o una patraña de ella, pero al ir por el tercer escalón, perdió un poco el equilibrio y yo alcancé a tomarla con mis manos por sus nalgas, favoreciéndola de caer de espaldas. La diferencia de altura entre los dos, me impidió que la tomara de más arriba, como sería lo correcto. Me puse colorado, me disculpé con sinceridad pero ella no se inmutó y me dio un ligero beso en la boca a modo de agradecimiento. Paola me miró bastante sorprendida por aquel gesto, y pues también yo. Ella, Almudena, continuó su cadenciosa ascensión y yo embelesado, observando sus piernas torneadas y su acaramelado bronceado, esperando ver un poco más allá. Pero un fuerte carraspeo se escuchó tras de mí. Era Paola, que observó la situación.
    
    —¡Ajá nene, se te van a salir los ojos de las orbitas, de tanto mirar! —Y me reí por su oportuno comentario–. Paola se acercó aún más a mí y muy suave al oído me dijo: «La señora como que quiere armar una comparsa contigo y luego llevarte de carnaval».
    
    Y justo en eso llegamos al segundo nivel y a la izquierda un vasto estudio de pintura con un amplio ventanal. A los costados ...
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